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lunes, 31 de agosto de 2020

Las conquistas del progreso

Ravel: Bolero

Necio es quien se niega a avanzar sabiendo que no puede detenerse ni retroceder. Ocurre así en la vida como en el arte. El pasado y el presente son los aprendizajes del mañana; y cuando este se convierte en hoy y ayer -cosa que sucede a cada instante- deberíamos haber aprendido tanto del Tiempo como para no repetir más que los aciertos y mejorarlos. 
     El Progreso no puede ser una derrota; debe ser una victoria sucesiva. Pero también es necio aquel que no tiene en cuenta que el Progreso es, en demasiadas ocasiones, un regreso. Lo diré aforísticamente: la civilización ha destruido la cultura. La civilización es una carrera hacia el confor físico; la cultura, un confor síquico. 
     No basta con convertir las cavernas en ágiles rascacielos si no se convierte también el espíritu en un paraíso sicológico. Pero las aventuras modernas de la inteligencia son simples estrategias para instalar el ocio como un edén. Tenemos más horas y días ociosos, lo cual trepana la sensibilidad y la musculatura mental. La enseñanza ya no tiene que ver con la educación. En la diversión ya no somos el sujeto agente, sino solo objetos impacientes. El hombre ya no es el sujeto de la Historia, sino su objeto, el de las masas encumbradas a las órdenes de cualquier mandatario. Para ellos somos carne de cañón al servicio de sus intereses. Las utopías acaban siendo distopías...
     El Progreso es tan inteligente que -simplemente mediante la mímesis- ha convencido al necio de que la inteligencia consiste en ser más necio que nadie. Es como aquello de "tonto el que lo lea", obviando que quien así lo escribe es el primer lector.
     Evidentemente, eso implica que nadie se da por aludido. Y todos seguimos como si nada nos hiciese más felices.


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