Visitas

Seguidores

martes, 4 de agosto de 2020

El abrazo renuente

Schubert: Serenade

Una mujer azul entró en la vida de un hombre oscuro. Este no esperaba tal intromisión y, menos, que tal encuentro alteraría su vida. Tanto que fue abandonando los juegos amorosos de su larga existencia y enamorándose lentamente de la mujer azul. 
     Y empezó a sentir, entrelazados, gozo y miedo porque nunca había experimentado esas sensaciones que acompañan al primer amor: gozo porque el corazón se enciende y sueña con edenes, convierte a la amada, o al amado, en centro del universo; miedo porque amar entrañablemente conlleva el temor a perder el paraíso hallado.
     Así, unas veces se entregaba a las dulces fantasías de la felicidad, y otras se mostraba irónico, sarcástico, diablesco, a fin de resultar detestable y alejar a su amada tanto como los alejaba la distancia y el carácter que los separaban. Ella era dulce, sencilla, vivía entre las flores igual que una flor más; él era laberíntico, escéptico, vivía entre los crisantemos semejante a uno de ellos.
      En resumen: el hombre oscuro perdió a la mujer azul y continuó viviendo en el infierno de su confusión porque no supo apreciar el cielo que se le ofrecía. Un día -como hoy- le escribió unas palabras- como estas- que jamás le envió porque sabía que ya era demasiado tarde. También porque -admitió- no merecía aquel diamante y este era digno de fulgir en el más noble de los corazones con que se encontrase.
     Dice el Juglar que El Diluvio no dejó tantas lágrimas como su tristeza.
  


No hay comentarios:

Publicar un comentario