Liszt: S. Francisco predicando a los pájaros
El impulso humanitario nos lleva a acercarnos al débil y al enfermo, a solidarizarnos físicamente, a abrazarlo y consolarlo. Contra esa ley sicológica e instintiva se levanta estos días el peor de los virus: el de parecer que no amamos al prójimo; el masivo contagio nos aleja de conocidos, amigos, familiares, de todos aquellos cuantos amamos sin iglesias ni credos; lo cual nos convierte sin querer -aparentemente- en lo que más tememos y detestamos: egoístas, ególatras, misántropos; parece este un virus diseñado para crear la insolidaridad y hacer real el homo homini lupus.
Pero no ocurrirá: mientras nuestros corazones sean los del homo frater.
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