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jueves, 3 de enero de 2019

El abrazo a la vida

Saint-Saens: La muerte del cisne

Un hombre -una mujer-, sentado ante la tarde de su vida, contempla el horizonte y se pone a pensar:
     Se dio mucho a sí mismo con esfuerzo; trabajó y aprendió, sabiendo que saber es querer saber más, saciar la sed de comprender cuanto la mente alcanza, aceptando que solo la muerte es capaz de impedir que entendamos totalmente la existencia. 
     También dio algunas cosas a los otros. Intentó comprender el mundo y a los seres de ese mundo. Cuando tomaba decisiones consideraba las probabilidades para que apenas quedase nada al azar de los imponderables: que si se equivocaba no fuera porque no se había esforzado en acertar.
     Ya apenas si la vida se asoma a su horizonte y sueña con la belleza de conocer más cosas, teme la horrible verdad de que se irá sin poderse llevar cuanto le queda por saber, que ya no queda un rincón de la vida que lo acoja, que la muerte lo va transfigurando en un objeto inútil para todos.
     Y ahuyentando la desesperación siente, de pronto, que aún puede legar algo: el recuerdo ejemplar de su existencia luchadora contra las ignorancias y los fanatismos. Y abre de nuevo un libro, toma la pluma, compone, pinta, talla... : tiende la mano al futuro.




1 comentario:

  1. Cada vez más genial prosa suelta que da gusto leer al genial Antonio gracia

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