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lunes, 15 de octubre de 2018

El abrazo sin cuerpo.

Glass: Adagio


De repente se sorprendió hablándole ante el espejo roto:
 - Yo no concibo mi vida sin ti. Tú eres mi vida. Pienso en ti cuando duermo, y no quiero dormir para pensar en ti. Me tiendo sobre la cama para sentirte cerca. Espero ante el teléfono a que llames. Si canto, a ti te canto; si callo, tú me inundas con tu voz lejana; si como, la comida se convierte en tu cuerpo; si bebo, está tu boca bebiéndome; si camino, me llevas de la mano; si llegas, ya no soy yo porque soy tú, por fin. ¿Cómo puedes dudarlo? ¿No crees en mi amor? ¿Quién ha habido en tu vida que se obstina en permanecer en ella? Nunca se rompen los lazos con los seres que amamos. Incluso estamos atados a los desconocidos precisamente por la necesidad de romper la desunión que nos une extrañamente a ellos. ¿Prefieres vivir sin miedo? Toda llanura es para ti un camino monótono. Necesitas montañas, precipicios desde los que subir, desde las que bajar, para que te devuelvan la fe en el equilibrio, la paz, el sosiego. El ocio de la serenidad es aquello a lo que se aspira en el fondo del vaso de la vida. Pero yo solo soy yo. Ámame como soy. Solo soy lo que ves. No me inventes. Ámame como soy.


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