- Crees que ya nada te interesa porque la edad te ha desterrado de la vida y pronto te enviará a la tumba. Crees que no tienes una razón para seguir viviendo y tu mente se siente ya cadáver. Tal vez la inercia melancólica te lleva a inmovilizarte y a compadecerte en un rincón.
Pero no es así: hoy te has decidido a salir de tu casa porque tu instinto de supervivencia te sigue empujando a huir del dolor; te has vestido armoniosamente porque continúas deseando agradar, ser alguien para todos y también para ti. Esos movimientos síquicos demuestran que no has tirado la toalla más que aparentemente.
Y piensa: ¿Cuántos hay como tú? Te quieres a ti misma / o como otros se quieren a sí mismos: no egoístamente, sino vitalmente. ¿No es mejor que todos nos abracemos a un / a otro / a semejante a nosotros mismos y lo / a convirtamos en la razón para seguir viviendo? Dos queriéndose, abrazándose, mimándose; dos viviendo hoy mientras llega el mañana.
¿No es ese futuro un estado mejor que puedes hacer presente? Yo te quiero hace tanto como para empezarlo ya. Puedes escoger otro / a; yo te he escogido a ti.
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