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viernes, 19 de octubre de 2018

Ahora que ya no me quieres

Bizet: Carmen ("Toreador")

- Como ya no me quieres quiero ... que me devuelvas Esto y Estotro.
- Lo que se regala es de aquellos a quienes se les regala.
- Pero Esto y Estotro valen mucho...
- ¿No me los regalaste porque valorabas más mi amor que el regalo? ¿Ahora vale más el regalo que yo? ¿O tus palabras, escritos y actos eran simple hipocresía o comercio? Aunque no fueron regalos, sino una aportación, un compromiso, un pacto...
- Pues te demando ...!
Una carta, un correo, un audio ... desde el momento en que forman parte de un litigio, son tan sagrados como la firma de un notario: hay que estudiarlos para ver si son pertinentes o no; pero ya habrán sido vistos, aunque se desechen. ¿Quieres que todo el mundo sepa todo lo que le pertenece a la intimidad? ¿Organizamos una pública subasta? ¿No escribiste que algunas de esas cosas seguirían siendo mías aunque nos separásemos?; pues, como mías, ya no las poseo, me deshice de ellas porque me recordaban a ti y porque no pagabas alquiler por mantenerlas aquí. ¿O acaso no las poseo porque en realidad no me las entregaste aunque ahora lo afirmes? ¿No es eso difamación? A pesar de todo, te aseguro que en cuanto demuestres que tengo algo tuyo te lo devuelvo. Mientras tanto -aceptemos tu supuesto-, las que dices que no te llevaste cuando viniste con furgones y taxis para llevártelas me las quedo en usufructo hasta que pagues el alquiler. O, si existen, te las regalo un día de tu cumpleaños. El caso es que volverán a su dueño. ¿Qué hacemos con las promesas, cartas, correos, fotos, audios, vídeos, libros, películas, viajes, millones ... ? ¿No fueron tu aportación para convencerme del emparejamiento? Por cierto: que el emparejamiento es como una partida de cartas de la que, aunque juegues -sin trampas- para ganar, ya no sales como cuando la empezaste porque puedes perder, y las ganancias o pérdidas son válidas y definitivas.
- ¡Pero Esto es mío, y Estotro también! Son de oro y diamante... 
- (Sigamos con el supuesto). Eran tuyas. Deberías haber pensado que podías perder lo que te jugabas.  Si tuviera algo que fue tuyo sería porque ahora me pertenece. ¿Acaso me acusas de robo? Tendrás que demostrar que lo tengo y que lo robé. Igualmente deberás demostrar que me entregaste lo que afirmes haberme entregado. También son míos los besos que te di. ¿O te los robé? ¿Me los vas a devolver como despedida? ¿Te devuelvo los que me diste o me robaste? ¿Y el desgaste de las sillas, y el de la cama, y la piel mía que se quedó en la tuya y en tu casa...? ¿Y la vida que me has hecho perder con tu insensata irresponsabilidad durante tanto tiempo...? ¿Cómo los recupero? ¿Hay algo que valga más que eso? ¿En cuántos quilos de oro y diamantes lo valoras? ¿Dónde está el pasado en el que prometiste un futuro que ya no llegará?
- ¡!


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