Un libro no es el mismo leído a los 15 años que a los 30 ó a los 50. En la adolescencia todo es nuevo y la mente lo archiva como una revelación determinante. Después, incluso las lecturas que fueron hitos y nos descubrieron el mundo pasan a ser nostalgias que nos desengañan si volvemos a ellas.
Aun así, hay libros que siguen hablando sabiamente al lector de cualquier edad y toda época. Basta con sacar el factor común de esas obras para saber qué debemos abandonar como lectura y qué deberíamos tener como norte a la hora de la escritura.
Aprendamos a cerrar los malos libros igual que desechamos una mala comida.
Solamente unos pocos hombres y mujeres se convierten en libros perdurables: semillas del futuro.