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martes, 23 de agosto de 2016

Juventud centenaria


Holts: Los planetas (Saturno, el portador de la edad)




Nuestros ancestros primigenios, los homínidos que engendraron al hombre, tenían una vida media de 25 años (si alguna bestia o catástrofe no los engullía). Durante ese cuarto de siglo recorrían apresuradamente la adolescencia, la madurez y la vejez. 

En nuestro siglo la sociedad aún no ha asimilado que tener 65 años no significa lo mismo que hace unas décadas. Y lo peor es que el individuo tampoco, y se deja humillar o se autoinflige humillación. 

Hoy hay una tercera etapa de la vida: a la juventud y ancianidad hay que añadirle, en medio, la extensa madurez recolectora de las décadas vividas. La alimentación, la medicina y otros factores han ido desterrando la decrepitud y aumentando la lucidez (salvo en los que quieren creer que tienen 30 años cuando cumplen los 75).

Dícese que pronto será normal cumplir 100 años. Aunque tal vez, si no se descubre cómo regenerar las células, esa población de jóvenes centenarios, trasplantes incluidos, serán hermosos monstruos del Frankenstein del Progreso.