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sábado, 7 de junio de 2014

Entrevista capotiana a Antonio Gracia

Toni Montesinos publica en su blog una entrevista. La reproduzco:

ALMA EN LAS PALABRAS

ESCRITURAS Y VIVENCIAS LITERARIAS DE TONI MONTESINOS

VIERNES, 6 DE JUNIO DE 2014


Entrevista capotiana a Antonio Gracia

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Gracia.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una isla robinsoniana. Tendría el cielo que nunca alcanzaré y el mar en el que me gustaría desaparecer. Dedicaría todo mi tiempo a reconstruir a  Oniria. Y conocería, por fin, si la Naturaleza es mejor, y nos hace mejores, que la sociedad.

¿Prefiere los animales a la gente?
Ni animales ni gente, puesto que en la medida en que esta es muchedumbre, es también irracional. Prefiero la persona, la individualización. Es el individuo el que siente y piensa, canta o llora.

¿Es usted cruel?
Conmigo, sí. Pero la crueldad es algo cuya dimensión solo perciben quienes la sufren. Ellos son quienes pueden contestar mejor que yo.

¿Tiene muchos amigos?
Desde niño soy un solitario. Tal vez me posee una “dulce misantropía”. Tengo tres o cuatro amistades que perduran en el tiempo. Pasamos años sin vernos. Pero lo que importa es la intensidad, no la cantidad. 

¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Los amigos no se buscan. Sería tanto como premeditar un comportamiento, vender o comprar determinadas cualidades. La amistad es una conjura impremeditada, como el enamoramiento. No se pueden comprar amigos en los supermercados, como diría El Principito; surgen por determinadas vivencias comunes.

¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No tengo esa experiencia.

¿Es usted una persona sincera? 
¿Para qué molestarse en mentir si la verdad es tan subjetiva que cada uno se forja la suya al margen de la realidad? Me importa más la autenticidad.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿Tiempo libre con lo breve que es la vida? ¿Alguien puede entender a quien no anhela saber un poco más antes de extinguirse?

¿Qué le da más miedo?
La parte de mí que no conozco y se me rebela cuando intento conocerla.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El fanatismo, la contumacia, los uniformes síquicos, la falta de autocrítica… a fuerza de ser tan cotidianos ya no me escandalizan; pero confieso que me exasperan.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Yo no soy “escritor”. No escribo para publicar, aunque publique algo de lo que escribo. Soy un hombre cuyo detective es la palabra y cuya misión es conocerse. 

¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
De vez en cuando, paseo. De tarde en tarde, nado. A menudo, reordeno los libros. El ejercicio síquico rejuvenece más que el físico.

¿Sabe cocinar?
¡Qué remedio! Hay que comer.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Creo que rechazaría la propuesta. O, quizá, intentara escribirlo sobre ese personaje multiforme, sufrido e impersonal que es “el pueblo”.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Por ejemplo, Amor, Utopía… La que conduce al acto más esperanzador. Por muchos diccionarios que regalásemos, ninguna palabra entregaría esperanza si quien la pronuncia no hace algo por mejorar el mundo.

¿Y la más peligrosa?
Intolerancia…

¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
A mí: muchas veces.

¿Cuáles son sus tendencias políticas?
La política es una necesidad que sufrimos. No me interesa ninguna. En todo caso, las que intentan realizar la utopía. Al menos consiguen acercarse a la generosidad. 

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Siempre he pensado que Dios tuvo mucha suerte de que le tocara ser Dios y que los hombres no hemos tenido ninguna al caernos encima la condición mortal. Ahora bien: si ni siquiera sé ser yo con todas sus consecuencias, tampoco sabría ser otro. En realidad, si tuviera que pedir un deseo, pediría no sentir la necesidad de desear algo. Es la única manera de no padecer ansiedad; ni decepciones.

¿Cuáles son sus vicios principales?
El escepticismo, aunque es más una maldición que un vicio.

¿Y sus virtudes?
Anhelar ser mejor.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? 
Solamente querría morir cuanto antes.
T. M.