Ketelbey: El santuario del corazón
Todos
vamos tras el lugar idílico a través de caminos por los que, tantas
veces, nos perdemos.
Todos
nos perdemos porque descuidamos el conocimiento, que es la mejor
brújula para orientarse bien.
Todos
sabemos que la ignorancia es el peor de los laberintos, puesto que no
tiene salida.
Todos
sabemos que no se puede educar a la muchedumbre si primero no se ha
educado al individuo.
Todos olvidamos
que educar es enseñar a pensar, y que pensar es ordenar
nuestras percepciones sin imposiciones.
Olvidamos que
la educación es el motor del presente y la semilla del futuro.
Olvidamos
que solo la educación nos abre los ojos de la conciencia y nos ayuda
a evitar errores.
Olvidamos que la cultura nos hace libres, y que la ignorancia nos convierte en esclavos.
Olvidamos que conocer es, también, sensibilizarnos ante las maravillas y misterios del íntimo universo al que llamamos corazón.
Olvidamos que no hay lugar más satisfactorio al que llegar que un corazón sensible donde apoyar la frente para compartir nuestra alegría o aliviar nuestra tristeza.