Castillo de Santa Bárbara
la barbacana frágil y herrumbrosa
del castillo real, que aún fulge hermosa
la devastada efigie de su herrumbre.
No abandona la secular costumbre
de mostrar siglo a siglo, alta y furiosa,
su cabeza de piedra primorosa,
que si fue lumbre ayer ya es podredumbre.
Guerreros, olifantes y armaduras
recorrieron su espacio, y desgranaron
las mieles y la sangre de los días.
Hoy solo es sombra cruel en las alturas,
baluarte de muertes que forjaron
un paisaje de ruinas y elegías.