Rimski-Korsakov: Capricho español
- Yolanda: He leído un cuento de Tosltoi en el que afirma que nada hay
más importante que defender nuestra identidad.
- Profesor: Me
alegra que te intereses por la literatura extranjera. Uno de los problemas de
nuestra cultura -y literatura- es su chovinismo autista: su obstinación en
beber solo de sus propias fuentes, lo cual empobrece su pensamiento.
- Raúl: ¿Eso tiene que ver con los
nacionalismos y autonomías?
- Profesor: Hoy
todo tiene que ver con todo. Autónomo es el que se basta a sí mismo, cosa
meritoria si no conlleva autosuficiencia o desprecio por los demás. El progreso
ha ido reduciendo la validez y límites del “soy” y sustituyéndolo por el
“somos”. Nuestro deber es hacerlos compatibles sin soberbias ni humillaciones.
Hace unas décadas una familia se bastaba a sí misma: cultivaba la tierra con
sus manos, iba de un pueblo a otro sin prisas, conversaba con quienes
encontraba en su camino...
- Raúl: También había enemistades y
problemas…
- Profesor… pero
predominaba la hermandad entre las gentes de bien... Ahora tú dependes del
supermercado, de tu moto y de tu televisor. Sin ellos no sobrevivirías una
semana. Tu “soy” depende del “soy” de los demás: del “somos”. Nada malo hay en ello si ese "somos" es justo y si el progreso no nos deshumaniza y nos incomunica. ¿Quién no prefiere coger
una naranja del frigorífico a romperse las manos sacando de la tierra unos
frutos con el azadón?
(Patricia, ante tanta mano alzada, lee
el significado de azadón).
- Profesor: El
progreso es el camino que uno se pone a mirar para hacerlo más cómodo que el
que ya ha caminado y deben caminar los otros. Así que, gracias a quienes
asfaltan el futuro.
- Raúl: Sigo sin ver la relación de todo
eso con lo de las autonomías.
- Profesor: Eso
es lo malo: pocos ven tal relación. El progreso debe implicar solidaridad. Y
autonomía, hoy, desahuciadas las dictaduras y geografías históricas, tiene algo
de desahucio de la fraternidad. La Historia es una sucesión de conquistas de
derechos humanos cuando había –aún los hay- opresores y oprimidos. Eso
justifica la Revolución Francesa, aunque toda guerra sea lamentable. Se ha
luchado contra esclavitudes, capitalismos, racismos, machismos... Todos
sinónimos del “soy” y el “para mí”.
– Julia: ¿Y dónde queda el “yo”?
- Profesor: Hay
que universalizar lo individual para enriquecerlo, no para reducirlo. No hemos
nacido para estar solos ni mal acompañados, sino para ser libres respetando
unas leyes de convivencia de mutuo beneficio. ¿Recorreremos la Historia hacia
adelante o hacia atrás? ¿Es lógico que mientras el mundo avanza hacia una
“aldea global” -con sus defectos y virtudes- subsista algún Viriato obstinado en reconstruir una
aldea ancestral? ¿Es lógico que se intente imitar, en tiempos de paz, a Pelayo, o Lincoln, y no para
reivindicar derechos sino para exigir privilegios? ¿Es lógico, en tiempos de
búsqueda de un idioma universal, imponer una lengua minoritaria, aunque sea tan
digna como el latín o el griego, mientras millones de tercermundistas se
deslenguan resecos de sed y hambre? ¿Es mejor el “divide y vencerás” que “la
unión hace la fuerza”? La divisa medieval “Santiago y cierra España” era lógica
cuando había que marcar fronteras contra los enemigos. ¿Crees que hoy hay que
levantar fronteras o derribarlas? ¿Prefieres la solidaridad o el “sálvese quien
pueda”? Unamuno quería españolizar
Europa; otros parece que quieren cataluñizar el universo. Pero ya no somos
pueblerinos, ni de aquí o allí, sino ciudadanos del mundo. ¿Qué pensarías del
alcalde de tu pueblo si obligase a comer solamente el plato típico o a
gesticular como sus tatarabuelos…?
- Julia: En resolución, profe.
- Profesor: En
resolución: No sé si habitar en un espacio autónomo en el pasado es coartada
para preferir ser vecino a ser hermano: tal vez sea lícito ser megalómano y bautizarse
con el nombre de nación; pero me parece que hoy no es ético. ¿Tú quieres vivir
en el mundo o hacer de tu pueblo un mundo? ¿Vives para vivir el futuro o para revivir el pasado?