Honeger / Mitry: Pacific 231
Estudiante
leyó el siguiente texto:
"Se puede decir
que algo es mejor que lo anterior cuando lo nuevo conlleva una menor distancia
entre lo que se desea dignamente y lo que se consigue justamente.
Hagamos
una breve reflexión: ¿Tienen relación directa y positiva el progreso y la
felicidad? ¿Somos más justos, más solidarios, más serenos que los antiguos? ¿Es
mejor nuestra ética que la ética griega? ¿Es mejor Picasso que Leonardo, Joyce que Homero, Strawinski que Mozart, un rascacielos que El Partenón,
Rodin que Fidias, Schopenhauer que
Platón? ¿A quiénes preferiría el
lector como referencias si hubiera de escoger para regir su propia vida?
Por
la astrofísica y el sicoanálisis nos conocemos mejor y tenemos ideas menos
equivocadas sobre el universo. ¿Hemos aplicado ese conocimiento en nuestro
beneficio? Desde hace un siglo, el tiempo es un oro con más quilates que nunca:
todos queremos poseerlo; sin embargo, casi todos lo malgastamos, comprando algo
tan inútil y mortal como “la prisa”. ¿Acaso no es el mayor tesoro el logro del
bienestar interior, el sosiego, la paz: la necesidad, cada día, de menos cosas
superfluas?
Parece
que solo la ciencia y la tecnología han avanzado de verdad -tal vez dejándose atrás
al hombre como individuo-. Vivimos más años y más confortablemente. Pero el
confort y la longevidad no hacen mejores, ni peores, a los hombres;
simplemente, prolongan su estado.
¿Hemos
mejorado nuestra sociedad? Que abunden las democracias no significa que estas
no oculten más sutiles dictaduras, puesto que se han distorsionado los
conceptos de luz, delito e impunidad. Hemos establecido que todos somos
iguales; no obstante, poco o nada ha cambiado para bien en la intimidad, aunque
hayamos cambiado de nombre muchos nombres. Cuando nos quedamos solos, ¿cuántas
veces podemos decir “mi yo está conmigo”? Nuestro espíritu no es más feliz,
sino que está más enajenado, más concienciado de que el enajenamiento es un
bienestar. De ahí el masivo incremento de las enfermedades o afecciones
mentales.
No
es cierto que cualquier tiempo pasado sea mejor -ese verso de Manrique solo indica temor al futuro-.
Todo tiempo debe ser mejorado por los legisladores, y cada individuo debe
intentar construir su paraíso en convivencia. Pero el contenido del corazón
sigue sin encontrar su tallador de diamantes, aunque hallemos, de vez en
cuando, alguno en ciertas personas que, afortunadamente, mantienen la pureza,
la inocencia y el manantial vivificante del primer día de la creación, abrazado
a su alma como un cuarzo impoluto".
Como digo, Estudiante leyó el texto varias veces, pero apenas supo qué decir sobre léxico, nombres propios, conceptos principales y
otras cuestiones. Sin embargo, era el mismo ejercicio con el que, veinte años
antes, su padre había accedido a la universidad.