Chopin: Vals del adiós
Solía encontrarme con ella un día a la semana. A veces paseábamos, a veces
íbamos a su casa. Hicimos algún viaje. Nos queríamos.
Yo era feliz con ella, y ella creo que también lo era conmigo. Dos vidas paralelas, atrapadas cada una en su vida, pueden encontrarse para entregarse mutuamente aquello que solo encuentran en esa reciprocidad.
Yo era feliz con ella, y ella creo que también lo era conmigo. Dos vidas paralelas, atrapadas cada una en su vida, pueden encontrarse para entregarse mutuamente aquello que solo encuentran en esa reciprocidad.
Sin embargo, ahora no nos vemos. Uno de los dos, o los dos, ha querido
saltar a la vida del otro para quedarse en ella y ha destruido la mutua
felicidad que compartían.
Y todo resulta triste porque nada de
cuanto miro deja su rostro grabado en el paisaje. Tal vez a ella le ocurrirá lo mismo.
El corazón, sin su gemelo corazón junto al que ya no late, se repite:
¡Cuánta noche
perdura en esta luz,
alma sitiada y
frágil!
¿No era mejor
sentir sin entender?