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viernes, 18 de octubre de 2024

100 años de Luces de bohemia

 


España tiene el dudoso honor de haber creado algunos prototipos literarios, como los pícaros y Celestina, que no dudan en vivir al margen de la ética y la justicia. Tampoco el arquetípico Don Juan es un personaje digno. Sí lo son, con gran altura, Don Quijote, Sancho, o Segismundo.
     Hay otra personalidad entreverada de dignidad y alevosía que es, pese a todo, una figura atractiva: Max Estrella, icono de la bohemia, escritor que conoce sus limitaciones y no teme indignificarse en un mundo de indignidades. 
     Un viaje de una noche por la realidad madrileña y nacional que no esperpentiza ni deforma sino que mantiene actual la injusticia de los tiempos.
     Cuántos artistas y escritores se definen en el retrato que de ese carácter hace Valle-Inclán en Luces de bohemia. Qué luto, el de vivir rodeado de mediocridades que ocupan altos cargos, y saberse más cualificado y no obstante postergado por tanto licenciado en ignorancia. Condenarse a ser paria y francotirador, vivir en la indigencia por ver más claramente que quienes creen ver y son los verdaderamente ciegos.
     Qué lucidez la de saberse loco entre los cuerdos de la impunidad y la estulticia mientras el mundo se hace añicos porque lo estructuran los que desafinan en la orquesta social.
     Qué hecatombe, saber que el triunfo es de los necios.

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