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domingo, 30 de junio de 2019

Decir o no decir...

Chopin: Nocturno nº 1

Querida Elena:
Si vas por Vilella nos encontraremos en algún lugar de un verso. Mientras tanto te digo:

     Todo creador tiene un problema que, a veces, desconoce: la dificultad de distinguir lo que importa a todo lector, como cuestión entrañable humana, y lo que le importa a sí mismo simplemente porque forma parte de su vida. Es necesario el bisturí para extirpar el yo circunstancial del yo auténtico y esencial.
     Todo cuanto sentimos tiene sus consecuencias, que son causas de otras. El sentimentaloidismo -el campoamorino, o el faceburgués, por ejemplo- nos hace verborrear, hiperbolizar, convertir las quintaesencias en fárragos, y nos ciega para lo imprescindible: la idoneidad ante el sentimiento, el pensamiento y su expresión definitiva (a ello me he referido en varias ocasiones, aludiendo a Poe, Bécquer, Valéry...,  y lo estudié en mi libro "La construcción del poema").
     Muchos autores se empecinan en esconder la luz tras sus palabras, en vez de iluminar con ellas. El descubrimiento del monólogo interior es un medio, no un fin: nos hace accesible la identidad, la mismidad, desde los soliloquios racionales de Robinson Crusoe hasta los irracionalismos de Joyce. El inhumanismo nos abre, pues, las puertas de los humanismos: son jeroglíficos, laberintos que nos enseñan a encontrar puertas. Los juegos con el tiempo de la modernidad novelística o cinematográfica, el ludismo de las últimas artes, son acertijos que la sinrazón nos pone para que los descifre la razón; y esta es la que, siendo una facultad del homo habilis, prevalece como finalidad del homo sapiens.
     Uno de los aciertos de "El Quijote" es su construcción en breves capítulos, una vez establecido su punto de partida. Si hubiera sido una narración sin capitulillos evolutivos probablemente habría sido inaguantable -como ocurre con el "Persiles"-.
     No es extraño que "La tierra baldía" fuera podada de más de la mitad de sus versos por Pound, o que Puccini borrase un millar de compases de una de sus óperas. 
     Ya se sabe: "el mejor consejero del escritor es la papelera", que dijo Hemingway.



1 comentario:

  1. Muchísimas gracias, D. Antonio Gracia.
    Tomo nota de todo y me aplico el cuento. Siempre es un lujo leer a un sabio que nos enseña con maestría, que no todo el monte es orégano y que la verdadera muestra de Creatividad es estar siempre atento y en el lío.

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