Holts: Saturno
Al resumir su vida, salió en medio de la noche y, gritando a las estrellas, Corolario dijo:
- Veo a Lucerna dos -a veces, tres- horas al día, durante tres -a veces, dos- días a la semana. O sea: menos de 24 horas al mes. Es decir: doce días al año. Y así durante muchos años. El resto, salvo algún saludo peatonal, soy un náufrago en mi propia casa hablando -conversando y disputando- conmigo mismo, que soy mi peor enemigo, aunque quisiera ser mi mejor amigo...
El ángel flamígero que todos llevamos dentro comentó:
- No nace el hombre -ni la mujer- para vivir solo; eso es un atentado contra la solidaridad. El monólogo continuo no nos libera de las energías negativas, sino que las convierte en monstruos que devoran el corazón. Hay que hablar con los otros. Hay que relacionarse: convivir.
- Es que lo que yo digo no le interesa a nadie, y lo que oigo me parecen obviedades.
- Deberías saber que ya no se puede ser individuo, hay que ser nadie: célula de la muchedumbre. La nueva metafísica se llama frivolidad.
- Pues muérame yo luego o ya!
Asomándose entre la tercera y cuarta galaxias, Alienígena -que intentaba instituir el valenciano como idioma intergaláctico- dijo entonces:
- ¡Majo, en verdad, necesitas una muerte, y pronto!
Hímeno y Prepucia, no entendiendo nada, dejaron de leer y se marcharon a otro blog.
Hímeno y Prepucia, no entendiendo nada, dejaron de leer y se marcharon a otro blog.
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