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lunes, 19 de agosto de 2019

Asesinar con versos.

Henry: Variaciones para una puerta y un suspiro

Rossini: Dúo de gatos

La "nueva" poesía -que es la que envejece con mayor decrepitud- siempre repite el mismo esquema causal: cree que hay que inventar; y sí, hay que renovar: remozar. Pero lo verdaderamente necesario es profundizar, comprimir: acrisolar. Actualizar la tradición.
El peligro de lo novedoso es el saltimbanquismo formal y la frivolización conceptual: porque es fácil remendar el vestido, pero no rejuvenecer el cuerpo y la mente.
¿Cómo es posible que haya tanto tartufo de la pluma aullando infaliblemente qué es poesía? ¿Es lícito plantar semillas de cianuro?
¿Y cómo existen tantos poetastros que tienen la desverguenza de escrofular versicularios y, además, la osadía de publicarlos y ostentar su nombre en ellos? 
Afortunadamente los clásicos siguen leyéndose -poco-; y tienen la fortuna de no poder leer las obras actuales.
¿Quousque tanden abutere, Catilina?

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