Berio: Secuencia III
Basta asomarse a algunos libros para verlo: no toda verbalidad tiene su referente en el corazón de la existencia de los hombres; algunos autores crean su idiolecto considerando que el chisporroteo verbal o su laberinto es la finalidad de la escritura, y no solamente un medio más.
Igual que el siglo veinte ha sido el de la tecnología y la deshumanización social, la poesía -el arte- de la última centuria ha despersonalizado la lengua mediante el culto a la lingüística, impostando la voz del contenido emocional con el continente racional en su más aséptica, y aun cancerígena, dicción. Igualmente, el arte de masas ha hipertrofiado la sensibilidad para lo huero y efímero, elevando lo frívolo y vulgar a la categoría del ejemplo.
Si lo que se dice necesita un timbre y una emoción dictiva para ser humano y perdurable, lo que se está diciendo en las actuales poetilandias solo es inteligible para los diccionarios, únicos libros que no son seres humanos aunque contengan todos sus músculos, órganos y huesos. Y es que humano solo es el individuo, no el grupo.
Si lo que se dice necesita un timbre y una emoción dictiva para ser humano y perdurable, lo que se está diciendo en las actuales poetilandias solo es inteligible para los diccionarios, únicos libros que no son seres humanos aunque contengan todos sus músculos, órganos y huesos. Y es que humano solo es el individuo, no el grupo.