- Paula: He leído la "Oración del ateo" de Unamuno, y no entiendo esa contradicción del título. Yo
no puedo librarme de la idea de un Dios creador de todo… sin Él es como si de
pronto se abriese la tierra bajo mis pies…
-
Profesor: Y no tienes por qué luchar
contra esa fe, a menos que tal fe te dicte que mates a un hombre en el nombre
de un dios. Puedes ser una creyente sensata y comprensiva de otras creencias, o
falta de ellas, y puedes, pero no debes, ser una intolerante.
- Juan:
Yo no entiendo por qué el Papa aparece por todas partes.
- Profesor: El
Papa es un hombre bueno que intenta imponer la bondad en el mundo.
- Juan: Pero
tanta televisión contándonos su... Me obligan a empaparme y empalagarme…
- Profesor: Vayamos
por partes: distingamos entre religiones e iglesias. Igual que todos tenemos un
cerebro que nos envía mensajes para satisfacer su tendencia a la armonía física
y síquica, todos sentimos, en mayor o menor medida, un "hambre"
inmaterial, espiritual, inexplicable, que todas las épocas han querido saciar y
que han llamado sobrenaturalidad: divinidad. Acordaos del relato San
Manuel Bueno, mártir: Unamuno inventa a un hombre santo
porque las gentes necesitan guiarse por la fe y creer en líderes no solo
materiales. Por eso existen muchos dioses, o la idea de su existencia. Es
decir: por eso hay muchas religiones basadas en tal creencia. Cada religión ha
tratado de reglamentar esos impulsos naturales acudiendo a comportamientos
sociales, liturgias, ritos…
- Lourdes:
Sí: premiando a quienes los cumplen y castigando a… han querido vendernos un
chalé en el cielo asustándonos con desahuciarnos a un infierno... ¡Anda que mi
abuela no me monserga...!
- Juan: Sí,
pero ¿y el Papa...?
- Profesor: Como
digo, cada religión tiene una Iglesia, y esta un administrador, un presidente:
un Papa. La Iglesia católica, como todas, es una empresa que necesita prosperar, y vende sueños
a quienes los anhelan: los creyentes. El Papa es el presidente más poderoso
porque su nación no tiene fronteras geográficas: es una nación sicológica
extendida por innumerables territorios mentales del mundo. Hay más creyentes de
la nación papal que de cualquier otro país. Es cierto que cada día el
mundo civilizado descree más de lo sobrenatural. Sin embargo, las
religiones cuentan con un factor que no tiene ninguna otra ideología: ya os he
dicho que el que promete somete, y todos los gobiernos fracasan porque no
cumplen sus promesas. Pero la promesa de la religión, y de cualquier Iglesia,
es más sutil y anhelada: una vida feliz y perdurable. ¿Y quién ha regresado de
la muerte para desmentir o asegurar ese aprovechamiento del instinto de
supervivencia? ¿Existe otro político más sabio que el que ideó tal estrategia?
- Lourdes: O
sea, Jesucristo.
- Profesor:
Jesucristo fue un hombre bueno y sabio, en desacuerdo con el mundo de su
tiempo, que concibió una utopía, y al que los políticos coetáneos crucificaron
-legalmente, por mucho que nos irrite admitirlo- porque les molestaban
sus ideas. Luego vienen las mitificaciones, leyendas...
- Xani:
Es decir: como la mitología griega, como Alá, Buda, Confucio...
- Profesor:
Exactamente: todos son hermanos de sangre síquica, puesto que son hijos del
hombre, de los hombres: como he dicho, del instinto de supervivencia, que, ya
que no puede hacernos sobrevivir a la muerte, ha engendrado las palabras
divinidad y cielo en todos los idiomas para consolarse, o asegurarse, una vida
más allá de esta vida.
- Pedro:
Eres un ateo, profe.
- Profesor:
Solo soy un profesor que intenta que sus alumnos sean buenos ciudadanos. Soy un
creyente de la racionalidad y un descreído de los fanatismos. Intento haceros distinguir entre opiniones y razones. Las opiniones pueden ser caprichosas, y
las razones nunca deben ser dogmas. Nietzsche, siguiendo la teoría
de que “la religión es el opio del pueblo”, afirma: “Dios ha muerto”,
considerando que es mejor razonar que creer. Me gustaría que después de
conocer el pensamiento de los demás os forjarais desapasionadamente el vuestro.
Ojalá todos tuviéramos buena y racional fe: en el hombre y en un dios.