Visitas

Seguidores

martes, 19 de julio de 2022

El astro enfebrecido.


En varios textos y ocasiones he dicho que el mundo tuvo la mala fortuna de seguir a Platón en vez de a Epicuro: porque aquel condenaba lo material -y por tanto, el cuerpo humano- considerándolo un entorpecimiento para la trascendencia, mientras que este defendía el placer interior como demostración de la conquista del sosiego -y no como prosaico hedonismo-. 
     Eso me lleva a traer aquí el poema titulado "El astro enfebrecido", en el que se muestra el cuerpo como rostro de la infinitud del Universo y puerta hacia la trascendencia. 
     El lector avisado no se contentará con ver en él una invitación a la carnalidad, sino que observará la exaltación de los sentidos, perceptores, mediante el erotismo, de la sensibilidad más metafísica y de la semilla de la identidad cósmica: eso que nos permite aceptar el verso "yo soy el Universo".
     Como la voluntad inconsciente -forjada por tantas voluntades de la conciencia- pretendía que mi pluma expresase lo que el acto creativo necesita decir, el poema fue fluyendo inexorablemente hacia una determinada disposición, y no con otra. Y así, su estructura es la siguiente, o esa veo ahora: 
     1.- Una primera parte (versos 1-16), la más extensa, en la que una serie de verbos en imperativo (que se continúa en todo el texto) invita a contemplar algunas partes del cuerpo por las que accedemos a la naturaleza física, síquica y cósmica: "mira los ojos", "observa esos labios", "siente el cuello", "escucha el corazón", "contempla el epitelio".
     2.- Una segunda parte (versos 17-29) en la que se subrayan las consecuencias trascendentales de tal contemplación: que el cuerpo es la "humana simetría", un diseño o copia exacta del orbe: "mira cómo se ordena el caos"...
     3.- Una tercera parte, la más breve (29-32), en la que se desafía al lector contumaz a que afirme, ante esa verdad, que el ser humano es un error de la creación en vez de constatar que es la perfección y la entelequia de cualquier Artífice Supremo que se empeñase en crear la inmortalidad.
     Todo ello, y otras cosas, hacen del poema la conjunción de eros y tanatos, la pulsión amorosa y la rebelión contra la muerte: un emblema de todo cuanto he escrito.

EL ASTRO ENFEBRECIDO 
                                                                                          (palimpsesto sobre T. M.



MIRA los ojos: cómo transparentan
la luz del universo, donde el alma
es infinita; observa, enfebrecidos,
esos labios, por los que emerge el mundo. 

Siente el cuello, que yergue la cabeza 
y se abre sobre el pecho como un río 
apaciguado; escucha el corazón,
su músculo sonoro, su sangrienta 

geometría, el cúmulo de gárgolas 
ardientes; y las vísceras añiles 
enrojecidas por la voluntad 
de la creación; los vasos y los filtros 
ordenados en mágica armonía. 
Contempla el firmamento esplendoroso 
del epitelio cósmico interior, 
las mil estrellas que el cerebro fragua. 
Mira cómo se ordena el caos; mira 
cómo surge la nada y se transforma 
en cálida materia inteligente; 
y cómo se dilata en los pulmones
y se expande en la rueca de la vida 

hacia el pubis sediento. Observa, palpa 
la humana simetríahuele el tacto
de las manos, los muslos, la osamenta 
vestida con la carne que se burla
de toda podredumbre y canta firme
su exaltada salmodia, la lujuria
de la pura existencia incontenible,
irresoluble en muerte. Abraza el cuerpo
repite su clamor y niega entonces
la furia del vivir y su conciencia
de eternidad. 


2 comentarios:

  1. El éxito de la creación literaria es llegar al lector y conseguir transmitirle la emoción que fluye de lo escrito. Antonio Gracia, sin duda poeta inscrito en el cuadro de honor de la poesía actual, consigue llegar al corazón y contar lo que el corazón no es capaz de apreciar. Un corazón sometido a normas -criterios, cánones-, que pueden ceñir la libertad del pensamiento. Este poema, es un canto a la vida. La vida se expresa mediante una reflexión que se descubre, como una novedad, tal que nunca fuera revelada, abriendo la conciencia de quiénes somos. Afirmando nuestra esencia.

    ResponderEliminar
  2. Agradezco al desconocido comentarista el noble y generoso comentario.

    ResponderEliminar