Wagner: Idilio
El íntimo lugar
Acompáñame, amada: abandonemos
este mundo que finge ser el nuestro
y nos oculta nuestra identidad.
Mira el árbol y el río, la cascada
y nos oculta nuestra identidad.
Mira el árbol y el río, la cascada
de gorjeos, la música del aire
y cómo te reflejas en mis ojos.
Déjame que te ame porque tú eres mi mundo
y ámame porque soy tu único mundo.
No hay mas realidad que nuestros cuerpos.
Ellos nos dan el tacto
de la vida, el perfume, los colores,
el agua, el sol, la tierra, nuestra carne,
que nos hace soñar con paraísos
y dulces metafísicas.
El resto es solo efigie
El resto es solo efigie
de la caducidad y contingencia
que crean nuestros sueños.
Nuestros pasos nos llevan a nosotros:
tú y yo somos, unidos,
la espiritualidad de la materia;
tú y yo somos, unidos,
la espiritualidad de la materia;
y no hay otro horizonte.
Tú eres mi redención y yo la tuya.
Tú eres mi redención y yo la tuya.
Este ramo de acebo y de sonrisas
no lo puedo ofrendar al universo,
a la belleza o a la eternidad
más que en cuanto de todo ello hay en ti
y en mí cuando nos abrazamos
y, como yesca y pedernal,
encendemos la mística del cosmos.
Amémonos como la carne al hueso.
El amor es el único gigante
sobre la tierra que parece un dios.
Solo el amor puede salvar el mundo.
El amor es el único gigante
sobre la tierra que parece un dios.
Solo el amor puede salvar el mundo.
Dame tu mano y toma tú la mía.
Dejemos que las cosas sigan solas
Dejemos que las cosas sigan solas
su curso inexistente:
que no interrumpan nuestra soledad
de únicos seres vivos
conocedores del dolor eterno
y, no obstante, gozosos, inmortales.
y, no obstante, gozosos, inmortales.
Si un día nos perdemos uno al otro,
recuerda este misterio de estar juntos,
la trabazón de dos almas y cuerpos,
el éxtasis que otorga la lujuria,
su ubicuidad de efímero infinito.
recuerda este misterio de estar juntos,
la trabazón de dos almas y cuerpos,
el éxtasis que otorga la lujuria,
su ubicuidad de efímero infinito.
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