Mahler: Resurrección
Desde el instante en que aceptamos que la vida es inaceptable y, sin embargo, no nos suicidamos, estamos rechazando la validez práctica de todo silogismo y cualquier ética.
La existencia es un problema que no sabemos resolver. Ni siquiera acudiendo al logaritmo de un Dios. Pero he aquí que el instinto de supervivencia es más fuerte que cualquier divinidad, intelecto o melancolía. Y seguimos fluyendo hacia la muerte, único monstruo que no puede vencer la voluntad.
¿Tendremos que sucumbir ante tal evidencia o, mejor, sonreír ante la inevitable invasión de ese intruso?
¿Tendremos que sucumbir ante tal evidencia o, mejor, sonreír ante la inevitable invasión de ese intruso?
Pero ¿De dónde venimos y a dónde vamos, del polvo venimos y al polvo vamos según el eclesiastes de la Biblia, de los neandertales padres de los pintores rupestres según la historia del arte, o somos almas inmortales que sin principio ni final que vivimos en la rueda de reencarnaciones según los induistas?
ResponderEliminarVenimos de donde creemos venir. Incluso la sensatez es subjetiva y hay muchas sensateces que a los otros les parecen insensateces; y al revés: mucha insensatez que resulta ser muy sensata. Galileo y similares fueron insensatos para la Iglesia y sensatos para la ciencia. La subjetividad también es una perspectiva. Perspectiva es también el fanatismo, que es una verdad autista para quien cree en ella sin fisuras y negando otras probables verdades.
ResponderEliminarAsí que no seré tan insensato como para contestar sobre la muerte absoluta o reencarnante.
Dichoso el que cree firmemente en aquello que le salva -si no condena lo que salva a otros-.