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miércoles, 4 de abril de 2018

Platos llenos de hambre.



Hemos tenido la suerte de nacer en una tierra de naturaleza benigna, sin azotes atmosféricos.
Tenemos asegurado el alimento y, muchos, el confort.
No pertenecemos a esos mundos en los que se padece hambre, enfermedades y hecatombes.
Tenemos el privilegio de la educación.
Tenemos tanto tiempo de ocio que podemos dedicarlo a ver, criticar o llorar las desventuras de quienes padecen la falta de lo que la naturaleza exige para sobrevivir...
En fin: que si bien se mira, somos unos privilegiados.
Entonces:
¿Por qué nos lamentamos en vez de tratar de disminuir las carencias de tantos que se salvarían simplemente con la comida que sobra en nuestro plato?


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