Monteverdi: L`Orfeo
Las reverberaciones de la naturaleza han influido en el hombre a veces determinantemente. Recuérdese el canto de las sirenas en la Odisea -probablemente tal canto sería el bisbiseo del viento y el mar sobre las rocas-; Rimski-Korsakov y Debussy entendieron bien esos sonidos en sus Sherezade y El mar.
Pero también lo han hecho las creaciones del mismo hombre. Por ejemplo, la acústica de la basílica de San Marcos fue decisiva para la creación de la ópera. Los ecos que provocan sus laberintos pétreos son como cascadas sonoras persiguiéndose a sí mismas y sonando multiformemente, de modo que una palabra o una nota multiplican su efecto y las anuda a las otras como si una orquesta tañese libremente -solo falta que ese cataclismo sonoril lo concorde un sabio compositor-.
Y ese fue el caso de Orfeo, esta "favola in musica" de Monteverdi: la multiplicidad de sonidos confrontados por las paredes y recovecos determinó que la concepción de los Madrigales acabase creando la primera ópera. Así, Monteverdi integró en una sola forma musical las diferentes formas musicales de la tradición.
La genialidad y el giro copernicano que dio Monteverdi a la música estarían incompletas sin su última ópera, compuesta a los 74 años: La coronación de Popea abandona los temas ficticios y teatraliza musicalmente los amores de Nerón al mismo tiempo que construye un edificio crítico y sicológico de la sociedad de su tiempo.
La genialidad y el giro copernicano que dio Monteverdi a la música estarían incompletas sin su última ópera, compuesta a los 74 años: La coronación de Popea abandona los temas ficticios y teatraliza musicalmente los amores de Nerón al mismo tiempo que construye un edificio crítico y sicológico de la sociedad de su tiempo.
Por ti muero, por ti gozo.
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