Diez mil voces se unieron para darse la paz y no la guerra en esta interpretación de la obra más grande de la Música.
Estos días de atentados terroristas y golpes de Estado se cumplen 80 años de ese otro golpe que inició la Guerra Civil española y que dejó 600.000 muertos y otros 600.000 exiliados.
Los ciudadanos son los soldados que más bajas sufren, y sin saber realmente por qué son ensartados por las balas o las bayonetas. De ahí que convenga recordar este poema de Nicolás Guillén, válido para cualquier país y contra cualquier guerra (aunque el mayor signo de solidaridad universal continúe siendo el Himno a la Alegría de Beethoven):
No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú;
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú...
¡no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!