No siempre ha sido el vals consecuencia de la felicidad de los sentidos, alborozados en dar vueltas: los de la familia Strauss, con su Danubio azul como emblema de la noble alegría:
J. Strauss: El bello Danubio azul
Los de Chopin, por ejemplo, son miniaturas para piano, más íntimos que bailables:
Chopin / Entremont: Vals nº 7
También se inunda de tristeza el pentagrama cuando la danza es un refugio para el amor llorado, como este de Sibelius:
Sibelius / Barbirolli: Vals triste
Y he aquí la trágica furia de Maskarade:
Katchaturiam / Stokowski: Vals de Mascarade
Distinto es el de Shostakovich:
Shostakovich: Segundo vals
Ravel parece perseguir el origen de la música hasta su disolución en su Vals. Un fragmento, dirigido por Berstein:
Comoquiera, sigue vigente esta música que exalta el corazón. Un ejemplo: