Del pasado no sabemos siquiera si existió o es solamente un eco de lo que sucedió;
del presente desconocemos cuándo empieza y cuándo acaba, puesto que es lo que al ser deja de ser;
del futuro tan solo poseemos la certeza de que, inexorablemente, llegará -si no ha llegado ya en forma de presente o de pasado-.
Por lo tanto: nada hay más inaprensible que la temporalidad. Y nada más cierto que solo existe el instante. ¿Por qué no abrazarse a él?
Por lo tanto: nada hay más inaprensible que la temporalidad. Y nada más cierto que solo existe el instante. ¿Por qué no abrazarse a él?