Cuadernos del Matemático ha demostrado que estar solo ante el peligro merece un óscar literario. Ni endriagos, ni fantasmas plumíferos, ni adversos malandrines, ni otros muchos facedores de entuertos han podido, ni parece que puedan, rendir la clamorosa pluma que imprime semestralmente su escritura plural en el esperanzado y noble lector hambriento de su savia. Al final lo que queda es la obra bien hecha, el aplauso interior de aquellos que comprenden y el orgullo de ser el esforzado artífice de tanta maquinaria.
Sin ayuda ministerial, sin compromiso partidista. Con ayuda de la voluntad y el trabajo, con el compromiso de la libertad y pluralidad de firmas, prestigiosas y desconocidas.
Pocas revistas dan más literatura y esfuerzo editorial.
Repito lo ya dicho:
Tras 25 años de navegación, llega el capitán Ezequías Blanco a bordo de Cuadernos del Matemático, en su singladura nº 51-52.
Cargado va de prosas y de versos, relatos y reseñas, suplementos e imágenes, y otros breves tesoros del mar de los sargazos de la pluma.
230 páginas ocupan el diario de a bordo, en el que dejan su huella un centenar de bucaneros.
Cargado va de prosas y de versos, relatos y reseñas, suplementos e imágenes, y otros breves tesoros del mar de los sargazos de la pluma.
230 páginas ocupan el diario de a bordo, en el que dejan su huella un centenar de bucaneros.
Admirable piratería digna de una Dragontea que enaltezca semejante aventura.