Mozart: Tuba mirum
Al moribundo
Se
ralentiza el temblor,
abre
apenas los ojos
evitando
parpadear.
De
entre los dedos
se
le vacía el gesto
y
en una inspiración,
boca
arriba,
en
el esfuerzo del tórax
por
corregir la asfixia,
el
último estertor se hace
ya
silencio,
ya
sólo el silencio del oxígeno
silbando,
la
inmovilidad, las paredes a dos colores,
las
uñas oscuras,
la
puerta con una rendija
de
luz,
y
una enfermera que vendrá
después
a
taparle la cabeza con la sábana extendida.
© Agustín Calvo Galán