Saint-Saënts: Leda y el cisne
LO MUSITADO
Eso que deja abiertas las puertas
al sollozo
(su voz sin hueso
y su tejido roto y escurrido)
y todavía hace posible
mover entre los dientes
la extraña compasión de los
significados.
Eso que empieza a arder
aun antes de encenderlo y pide
paso justo
cuando ha encontrado perdición,
y atraviesa pasillos oscuros
lavándose las sílabas en saliva
cansada.
Eso, lo dulce escatimado,
lo que llega sólo a morder la luz
de lo intermedio,
lo musitado, sí, de donde sale
nada más
el humo hilado de unas pisadas en
la nieve.
Hasta ahí, hasta ahí llega
la rozadura pequeña del poema.
Un ruido de uñas rotas
y nada más.
Tócame con los nombres
sumergidos.
(Del libro inédito Pérdida del ahí)