Querida Mía:
Evoco nuestra historia.
Nos vimos pocas veces, hace tiempo, en la noche.
Un día yo te dije que eres la más hermosa.
El brillo de tus ojos esplendió entre dos sombras.
Tu corazón y el mío rompieron sus fronteras.
Y luego nos amamos.
Y pasó un tiempo azul.
Y acabó nuestro amor.
Apareces ahora, de nuevo, como un rito.
Continúas fulgente.
He escuchado tu voz, tus palabras de ayer
resonando un instante en mi memoria.
Y el cielo ha desbordado su lluvia sobre mí.
Has vuelto, como entonces. Y soy ya nada más
lo que siento, lo que me haces sentir.
Amo tus ojos hechos de miel y de tristeza.
Amo tu boca de coral sangrante.
Tus labios parecen estallar desde la púrpura.
Tienes la piel del ámbar
y la sensualidad de las panteras.
Tu cabello es el sol que ilumina mi noche.
Cuando te miro siento que el corazón galopa
hacia tu abismo, donde
quiero perderme.
Amo tus ojos como el firmamento
y tu boca con la medida exacta
del beso más añil,
y tus pechos con la precisa forma
del metal seducido. Amo
tu cintura de abrazo y tus muslos de fuego
y tus piernas de nardo
y tus manos
que me arrastran al vértigo.
Eres una gacela y un puma en solo un cuerpo.
Amo cuando susurras y amo cuando jadeas
y amo cuando me muerdes y amo cuando me sorbes
hasta tu misma entraña. Tienes
el tacto de las rosas y el color de las cúpulas
y el sabor de las fieras envueltas en la bruma.
Eres el arcoiris nacido en mi tormenta
y si desapareces la tristeza por siempre
lloverá sobre mí.
Moriré si te alejas más allá de tres besos,
más de cuatro palabras,
más de cinco sonrisas.
Miro tu corazón y te sorprendo.
Adivino tu entraña vencida hacia el deseo,
y tus ingles sedientas.
Y tu pubis se extiende por mis sueños
como una enredadera anudando mi vida,
abrazando mis ansias.
¡Qué júbilo tu cuerpo acuñado en la brisa,
y tus labios de néctar, y tu tez de coral
amasado entre pétalos,
tu cabello resuelto a ser de oro!
A veces estás triste.
Parece que la luz te abandona, de pronto.
Quisiera ser tu bálsamo, cuidar de tus heridas,
lavar esa tristeza que asoma en tus pupilas
y que escondes, celosa de tus párpados,
como una honestidad de la alegría
que hay en tu corazón,
allí donde tú eres más tú
y no te dejas ver.
Descúbrete a mis ojos: sé que tú también sueñas.
Ya no podré ser solo el que soy ni el que era.
He descubierto el mundo. Tú me lo has enseñado.
Tu mirada me ha abierto el amor por la vida.
Eres tú la dulzura transparentada en vértigo.
Y tú ahí, sin saber
que eres como la lluvia con que riego mis sueños.
Solo quien ama mucho recibe mucho amor.
Si es así, me amarás
con la fuerza que emergen las montañas,
los volcanes, el día.
Tu rostro es una estrella que alumbra mi esperanza.
El amor es tu fuerza y mi atributo.
Aquí te dejo un beso. Pon tu boca sobre él.
A tus labios me entrego y a tu cuerpo me doy
sabiendo que sabrás hacer de mí
lo que tu justo corazón te dicte.
Recuerda que te amo.
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martes, 2 de abril de 2024
Una carta encontrada
Rimski: Sherezade, III
(Ya en Amazon)
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