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miércoles, 26 de julio de 2023

Capítulo Terciario

Wagner: Bacanal

A)

La astuta Abadesa, previniendo el futuro y las leyes de la carne y el espíritu, acondicionó una celdilla del Monasterio de la Kastidad para recibir de vez en cuando a su caballero el Arzobispo de Konstantinopla, que no escasa hambre cepediana a menudo sufría ...

Konstantinoplo llegaba enfundado en su hábito de paño recamado y Rosalinda solía ayudarle a desvestírselo para iniciar el choque de los cuerpos, tal como Santa Alibech había mostrado al mundo que debía honrarse a su Dios... (*)

(*) Faltan aquí unas líneas que NARRADOR promete continuar cuando Rosalinda las inserte con rauda velocidad...

El fragmento robado y añadido es aqueste: "Bla Bla y Bla..." (tenga en cuenta el lector que la besuviada Abadesa tenía los labios ocupados en amorosos menesteres que la incapacitaban para la locución inteligible...).

B)

De modo que prosigo: Sucedió que un día, estando Rosalinda y Konstantinoplo  en la celdilla, cual en otras ocasiones, penetró el Gran Abadeso, a la sazón Papa Implakable, y para que no se manumitiera donde no debía, Rosalinda no halló mejor ocultamiento que manumitirse bajo el ropaje de Konstantinoplo, que aún vestía su azamarrado vellocino. Y estando ambos allí, así cercanos piel junto a piel, tan glandemente creció el glande que no hubo sino que embocarlo, disparando este tal hiroshima en la gargantúa rosalindeña que hubo esta de nutrirse con el ordeñamiento, si bien el Empapado Papa preguntóse de dónde aquel diluvio tan requesón salía.

Y sucedió que en ese instante, tras varias décadas de viaje, llegó la heroína de esta historia y dijo que la Abadesa y Rosalinda eran unas impostoras y que el tal Konstantinoplo era un príncipe encantado. Y que ella, con tal de desencantarlo, venía de allende los mares desnuda. Hizo entonces que su Príncipe (de Rosa Mar, como ella) degustara por primera vez sus senos de continuo, aun sabiendo que era prohibido comerlos, y de modo irreprimible él la obedeció mientras ella lo acariciaba colmándolo de besuvios... hasta que encendidos juntos se elevaron dichosos a otra vida a la que nadie puede, por mucho que trate, seguirlos. 

PS La heroína dejó olvidado un poemita escrito el siglo pasado, se supone que producto de percepción, experiencia, intuición y clarividencia dosificadas:

De cómo dar con el mito moderno

Está cautivo el príncipe.
Y la heroína,
sin caballo, sin yelmo y sin espada,
acude a rescatarlo
a puro corazón, a puro canto.

C)

Tras la metamorfosis trovadoril de la encendida guerra, NARRADOR SEGUNDO, verdadero autor de esta ya enredosa historia, escrituró poema y gesta que veránse de la siguiente forma: 

Estando de esta extremada suerte, Abadesa -o su impostora- cabe el angelote Konstantinoplo, semejante al cegoso de lazarillo, sin ropaje por medio, descorchó el Bardolino que siempre acompañábale y derramó una copa doble sobre los genitales del Príncipe -o "Konsti" para los amigos-, que cual fuente de jardines fluyó hasta la boca de Impostora, quien tras aspirar el deleitoso elixir, sintió un seísmo misticoide o terremótico que dio que pensar al ya empapado Papa. Este extrañóse de la súbita desaparición de La Abadesa, y atribuyólo a sus dotes jugláricas que transfiguraban esto en aquello y aquello en estotro, como cuando componió un horrípilo soneto que mansedumbró a una monjuela, y que dice así (pido diaculpaciones por interrumpir la relación de estos hechos verídicos, pero es imprescindible para entender menos esta historia):
 
Poirot investigando en la Abadía
(La semántica y su etimología)

La fervorosa hermana Virgo Nuria
-cual si la prepuciase algún demonio-
ordeñaba labialmente al Antonio,
posesa de una indómita lujuria. 

Lascivia era, en verdad, casta y espuria,
pues tan solo curaba así su insomnio, 
que ya el abad, el padre Celedonio,
le adormilaba igual tan fiera furia.

Con ese genital medicamento
se aficionó a dormir la insomne hermana, 
y el biberón sorbía noche y día.

Sabido que se supo en el convento
el milagro semántico, pagana
y devota fue siempre la abadía.

- ¡Así pues, la semántica es la ciencia del semen!, dijo el atribulado Papa saliendo de su asombro, ya que el atribulado Narrador no sapiaba cómo sacarlo de aquella situación narratoresca o narrataria o narrativa. Y se fue a otro capítulo -que conocerá quien lo leyere-.

D)


  

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