LA MUERTE DE LA AMADA
Una estrella fugaz cae a lo lejos
y fosforece la delgada lluvia.
Ese fuego que llega desde la eternidad
quería ser eterno, y un instante tan solo
ha existido en mis ojos.
Pienso en tu muerte. No hay solemnidad
en la muerte. La carne y el espíritu
no despiertan siquiera una emoción
en la Naturaleza.
Me engañaron los bardos pretenciosos:
has muerto, Hermosa mía;
y ni lloran los ríos ni los astros
se apagan.
No retumba en la noche de los siglos
el eco de tu vida. La belleza
no le importa a este mundo. Permanecen
el silencio caudal
y una divinidad ajena a su creación
o que también murió en su laberinto.
La tristeza infinita es un oasis
para quien no se sacia con respuestas.
Todo ser
sufre la indefensión: el universo
es solo un cementerio.
- Editorial:
- EDITORIAL HUERGA Y FIERRO, S.L.
- Materia
- Poesía
- ISBN:
- 978-84-125165-9-3
- Encuadernación:
- Rústica
- Colección:
- SIGNOS
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