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miércoles, 8 de marzo de 2023

En el principio

Rachmaninov: Variación 18 sobre Pganini


En el principio


El hombre no alcanzaba los frutos de los árboles 
y aprendió a prolongar su mano con fragmentos 
desgajados del árbol; esa causa y efecto, 
esa extensión 
de su capacidad sintiente y cognitiva 
le llevó a concebir una estrategia 
para hallar alimentos y detener la muerte. 
Quiso dejar constancia de su conquista de 
la naturaleza; 
y escribió en las paredes sus hazañas. 
Pasaron muchos tiempos y los hombres vivieron 
experiencias terribles y también armoniosas, 
y quiso que los hijos de sus hijos 
las tuviesen en cuenta para que erraran menos. 
Entonces prolongó su mano hasta la pluma 
y escribió su experiencia: la legó 
a cuantos descendiesen de los dioses 
pero tan solo fuesen hombres desorientados 
ante aquel mundo hostil.
Así avanzó la historia, y la escritura 
se convirtió en semilla de los aprendizajes: 
una vida lejana del dolor 
y el sufrimiento. 
Con los siglos, el cuento y el poema,
la relación de cuanto sucedía, 
fueron causa de toda consecuencia
y se guardaba en códices, legajos,
habitantes de pueblos llamados bibliotecas. 
Se almacenaba la sabiduría 
en historias reales y fingidas,
en cánticos y plantos, dando fe
de la vida y de cuanto se quería vivir.
Hasta que la estrategia de su pensamiento 
llegó a la conclusión de que él era también 
un animal humano, no divino 
y no podía 
alzarse al cielo sino conformarse 
con la tierra, el anhelo, sus hermanos,
la voluntad de la supervivencia.
Tras muchos sufrimientos, devastaciones, sueños
y otras muchas premisas llegó a una conclusión:
debía perdonarse el hecho de ser solo
un hombre, un animal como tantas otras fieras
y no sentir la culpa de no poder ser dios.


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