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viernes, 11 de junio de 2021

El abrazo al oasis.

Dowland: Lágrimas

No sabían qué esperaban encontrar. Sin duda, el final de su búsqueda, o un descanso. Nacer es empezar a buscarle un significado a la existencia. Y como esta se rige por impulsos emocionales que la razón no puede satisfacer, el camino está lleno de hallazgos como faros que se pierden en la niebla y de fracasos que deslumbran como truenos con lluvia. 

Se citaron a cientos de kilómetros, en un lugar que permitiría la independencia mutua tanto como el encuentro. ¿Qué hallarían en esa cita a ciegas? ¿Soledad compartida, compañía imposible, un cuerpo en el que arder, un instante semilla de otro instante, un fiero desencanto, un sueño convertido en pesadilla, un manantial resplandeciente, un oasis brevísimo...? Todos somos argonautas del corazón propio y ajeno. ¡Ah, el Amor! ¿Será la Panacea?

Ella dejó sus hijos con quien podía cuidarlos y él esperó sus ojos para saber quién era. Se encontraron, se amaron fugazmente; volvieron a sus vidas. 

La vida es un desierto lleno -a veces- de oasis.

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