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domingo, 26 de abril de 2020

La senda de los elefantes



Bartok: El mandarín maravilloso

El progreso camina tan deprisa que ha dejado atrás al hombre. Actualmente, el mundo no es el mismo de un día para otro, y ni la mente ni el cuerpo tienen tiempo para adaptarse a los cambios de esa carrera. 
     Hace un siglo las modas, por ejemplo, cambiaban y se asimilaban despaciosamente. Hoy se ha puesto de moda cambiar de modas, simultanear muchas... y el individuo apenas puede ir al compás de esos cambios. Es cierto que un griego clásico tenía menos cosas que asimilar, recordar... Pero cada día es más frecuente en la vida cotidiana disponer de novedades antes de que se hayan comprobado sus consecuencias y eficacia. Demasiados "descubrimientos", demasiadas atrofias y frivolidades, demasiado grande el cajón de sastre que es la sociedad. Y avanza la muchedumbre y sus líderes ciegos por la senda de los elefantes. Hacia el desfiladero.
     Es la prisa por ir locamente hacia adelante la causa de tanto malestar síquico y físico. No hay filtros que separen las pesadillas y los sueños. El hombre no genera cualidades, ni anticuerpos, para procesar el cambio. No hay un proceso suficiente para actualizar las inmunidades que ello requiere... Sucede en todo. También en el origen y difusión del virusaurio.
     ¿Quién iba a decirles a los conquistadores de la América colombina que sus armas destructivas más poderosas serían los contagios de las enfermedades que desconocían los nativos?


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