Helena Vilella lee
Devastaciones, sueños
Retrato
Retrato
Yo soy solo mis sueños y no he de morir nunca
porque no me cumplí, y tengo que cumplirme.
Será en un cuerpo amado; tal vez en un combate
rebelde y luminoso; quizá en mi corazón.
En él guardo un abismo constelado que lleno
con soledad hermosa, la templanza ganada
día a día fluyendo hacia el silencio.
En mi serenidad no cabe el desvarío
ni la tristeza oscura: solamente la luz
de aquel que nada espera porque todo lo tiene
con solo conjurar un nombre puro.
Cuánta delectación es el sosiego,
y qué felicidad saberse en paz con todo
tras el desasimiento innumerable.
Olvidar el pasado y no amar el futuro,
aprender de las cosas y enseñarme a mí mismo
fueron los horizontes que rigieron mi vida.
Lucho para ser digno de mis sueños.
Mi voluntad no admite la desesperación.
Mucho me dio la noche y me dieron los libros;
y en la escritura hallé la redención dorada.
Ojalá haya sabido legar algo a los hombres,
pues, al fin, hay en mi alma dulce misantropía.
Vivo como si fuera a despedirme; pero
en toda despedida hay un retorno
igual que en cada encuentro hay un adiós.
Sí, Antonio, este poema me gustó mucho al leerlo en la revista universitaria Exlibris, este poema era inédito aún, luego lo revisaste antes de editarlo en este poemario.
ResponderEliminarYo no te conocía es aquellos tiempos, ahora sí, y me reafirmo en la convinción de que eres uno de los mejores poetas españoles.
Gracias por compartir, este pequeño detalle que te envié, casi una osadía siempre. Pero de los decididos es el reino.
Saludo muy caluroso.
Helena Vilella Bas
No sé si el reino es de los decididos; pero sí de los generosos. Gracias.
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