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jueves, 13 de junio de 2019

Manuel Molina: Palimpsesto




Manuel Molina: "Palimpsesto", de Antonio Gracia.
Sinaya. Alicante, 1980.

Verdaderamente no es fácil enfrentarse con una obra como esta. Casi todos los libros de Antonio Gracia, tanto en prosa como en verso, han obtenido premios, pero escasa y difuminada crítica. Porque sus trabajos son de difícil catalogación. La dificultad de su lectura estriba en la profundidad de las claves, en el armamento expresivo que las acompaña. Un vocabulario que comienza en el balbuceo primitivo y llega a la terminología actual, ametralla al lector. Y no hay escapatoria: o se abandona la lectura o entra uno en su mundo original.
     En este mundo, el autor es un hombre desesperado, un hombre empeñado en encontrar una vía nueva, una senda nueva, un camino limpio de pisadas. Antonio Gracia aquí, en "Palimpsesto", se ahoga. Quiere huir de la tierra trillada, de la piedra manchada, de la palabra tópica. Y quiere, para no morirse de un verso, ser el mismo verso que pueda sobrevivir, que pueda vencer el deterioro de la vida, desde la misma intensidad del poema.
     "Palimpsesto" es una "autoelegía", una despedida, un adiós; es un final para darle fuerza a un principio. Una catarsis de un poeta que quiere vivir en una nueva obra, en una obra que sea totalmente suya, para dársela al otro completamente entera. Esperemos su renacer del silencio.
Manuel Molina
Idealidad, nº 25. Abril-junio 1981


1 comentario:

  1. Molina "dixit". Un comentario del año 1981 que bien podría escribirse en el 2019. "En este mundo, el autor es un hombre desesperado, un hombre empeñado en encontrar una vía nueva, una senda nueva, un camino limpio de pisadas". Dijo Manuel hace cuarenta años.Y se podría afirmar hoy de Antonio Gracia. Me llama a la admiración, porque un escritor, descubierto de aquella forma por el poeta hernandiano, pueda ser criticado hoy con las mismas palabras."Palimpsesto", se ahoga, dice. Quiere huir de la tierra trillada, de la piedra manchada, de la palabra tópica. Y quiere, para no morirse de un verso, ser el mismo verso que pueda sobrevivir, que pueda vencer el deterioro de la vida, desde la misma intensidad del poema. Y Gracia lo consigue. Es el verso, la palabra, el sentimiento, que siendo emoción difícil de expresar, es plasmado al papel y se pudiera leer como si se tratara de un "frotis", preparado para ser examinado a través del microscopio. Cuando nos asomamos al objetivo y somos capaces de enfocar el campo, observamos cómo el verso es la palabra en su pureza.

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