Mozart: Requiem
La libertad consiste en vivir y dejar vivir; es decir: en prohibir solamente que nos prohíban. Somos nosotros quienes debemos prohibirnos lo que no es respetable y correcto. Y correcto es todo aquello que nos beneficia, o beneficia a alguien, sin perjudicar a los demás: de donde se deduce que es incorrecto perjudicar y autoperjudicarnos.
O sea: que la libertad acaba donde empieza la de los otros. ¿Tan difícil es querer para todos lo mejor -que excluye desear cualquier mal?
¿Por qué, entonces, hay tanto perjudicador que me denuncia constantemente -y sin mostrar el rostro ni la causa- para espantar lectores y para que los altos mandos me impidan compartir? ¿No le beneficiaría más permitir que fueran quienes leen los que huyeran de mis escritos? Así, el perjudicador echa piedras contra su tejado porque todo lo prohibido despierta más curiosidad. Es decir: que me hace publicidad pretendiendo lo contrario.
¡Ojos mórbidos tienen...!
¡Vorrikiyos shon harghunos...!
¡Vorrikiyos shon harghunos...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario