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martes, 19 de junio de 2018

El hombre que saneaba la escritura


Lo seguí simplemente, sin cuidado ninguno. Disparé con solaz, como si cazase un antílope. ¿Para qué iba a preocuparme? Hubiese despertado las sospechas de un mundo que se siente culpable y necesita perdonarse asistiendo a culpabilidades mayores que las suyas. 
Cuando los noticiarios y otras fantasmagorías difundieron la noticia fui propuesto al Nobel del Fija, Limpia y Da Esplendor Universal por haber librado a la Sociedad Lectora de una pluma tan podredumbrosa que había engendrado tantos ciegos.

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