- Ya no puedo evitarte.
- Pues no me evites. Pero tampoco te obsesiones.
- Te quiero.
- No puedes querer a quien no conoces.
- Te conozco muy bien.
- Yo no soy mi escritura. No soy la imagen que te has creado a partir de ella.
- Necesito verte.
- Te encontrarías con otro, el que soy, el que no se purifica al escribirse, el ser común que quisiera ser un dios, o más que humano, lo intenta en el verbo y solamente consigue cataratas de palabras que solo son palabras. Es cierto que siento lo que escribo, pero soy solo mis versos: tan solo un mal poema.
- Déjame que te encuentre y que me encuentres.
- ¿No es entregarse a un desconocido la mejor forma de equivocarse? ¿O la imagen de alguien que ha dicho lo mismo a tantas otras personas como deseos tiene de encontrar alguna?
- Piensa lo que quieras. Necesito verte.
- Te agradezco esa necesidad. No es que tema decepcionarte: es que yo no necesito que me inventes.