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miércoles, 30 de julio de 2025

Álvaro Giménez García: Antonio Gracia y la palabra como salvación

Antonio Gracia y la palabra como salvación

ÁLVARO GIMÉNEZ GARCÍA 

Si algo caracteriza los tiempos que estamos viviendo desde que se inició el periodo de crisis económica es el resquebrajamiento de aquellos valores que el siglo XX había fijado como inamovibles. El último que se ha puesto en duda ha sido el de la libertad de expresión. Tras los atentados contra el semanario francés Charlie Hebdo, se ha abierto el debate sobre un presupuesto que parecía inalienable a las sociedades modernas y democráticas.

La expresión de un pensamiento independiente, ya sea por medio de la creatividad plástica de una viñeta, a través de la palabra hecha poesía o proyectada en artículos de opinión y novelas con fina pero acerada ironía, ha jalonado los distintos periodos de la centuria anterior con la fortaleza de un derecho universal. En el campo de la poesía, por ejemplo, son numerosos los autores que nos hablan de este hecho, desde Miguel Hernández y su poesía recogida en libros como Viento del pueblo o El hombre acecha, a Gabriel Celaya y su verso convertido en arma cargada de futuro. 

En nuestra contemporaneidad, y alejándonos de las urgencias de periodos tan convulsos como los vividos por esos poetas, la importancia de la palabra como un elemento liberador de la conciencia del ser humano sigue vigente en el fenómeno poético. Un buen ejemplo de ello es la trayectoria del poeta Antonio Gracia

Con una extensa obra publicada desde 1975 en casi una quincena de poemarios, Gracia indaga en sus versos sobre la complejidad del ser humano. En un primer momento, aquel que se recoge en la antología Fragmentos de identidad (Aguaclara, 1983), el poeta se centra en intentar explicarse a sí mismo, alumbrando un oscuro y zozobrante universo interior amenazado por la devastación y el dolor. Ese camino, marcado por la palabra y el verso elegíaco, cambia, sin embargo, a partir de su poemario Hacia la luz (Aguaclara, 1998), y en los siguientes, integrados posteriormente bajo el título Fragmentos de inmensidad (Devenir, 2009). Gracia abandona su ensimismamiento y pone la palabra poética al servicio de la salvación del ser humano. Ya no aparece el canto dolorido, sino el himno enaltecedor y el ansia de infinitud y eternidad. Antonio Gracia nos manda un mensaje optimista y que debe clarificar la duda sobre los límites de la libertad de la expresión artística. Por encima del mundo caótico en el que vive, el ser humano debe trascender y su arma no es otra que la creatividad que le ofrece el arte, las artes, de la pintura a la música pasando por la literatura, donde el pensamiento fluye libremente: el arte concebido como un conjuro para ayudar a vivir, en palabras de Ángel Luis Prieto de Paula

La obra de Gracia, pues, nos recuerda la necesidad que el hombre tiene de la poesía y de la literatura, en particular, y del arte, en general, para salvar y enaltecer su existencia y su pensamiento. El miedo solo es la expresión de los que todavía se aferran a las oscuras grutas de la caverna platónica.

Auralaria, la Fundación Cultural Miguel Hernández y la Concejalía de Cultura, organizan el III encuentro del Aula de Poesía Miguel Hernández, dedicado a Antonio Graciaen el Auditorio de la Lonja de Orihuela.

martes, 29 de julio de 2025

Nuria está leyendo "Cántico erótico".



Nuria está leyendo Cántico erótico



Todos los nombres llevan a tu nombre,
pues eres para mí todas las cosas,
y, si te abrazo, abrazo el universo.
Si llueve, llueves tú sobre mi vida,
y si amanece el sol, en ti amanezco.
Qué alegría encontrarte en una rosa,
en el vuelo del pájaro, una esquirla 
de cielo, en la mañana y en la tarde,
allí donde mis ojos perseveran 
y donde el corazón siente la vida,
la música del agua, los sonidos
de la Naturaleza, el cascabel
del cosmos y la luz del alma. Nada
existe que no nombre el nombre tuyo,
la transparencia en la que el sortilegio
de la existencia hizo de ti su causa.

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lunes, 28 de julio de 2025

Antonio Machado


Caminos de Machado

            1. Fue Antonio Machado un hombre de su tiempo, con todo lo que eso significa de honesto para el hombre y, a veces, perverso para el arte. Siente como un romántico -es decir: como en todas las épocas, según Rubén-, piensa como un noventayochista y escribe al margen de lo que ocurre en la escritura del mundo en el que vive. Esto, no obstante, no lo ancla en el pasado ni en su presente porque su verbo sabe hallar el sentimiento universal contra el que nada pueden los academicismos creyentes ni las vanguardias descreídas. 

           2. Todo autor, si no pretende mitificarse -con lo que suele ridiculizarse- habla mejor de sí mismo que de cualquier otro tema por la simple razón de que es el que mejor conoce. Esto le ocurre a Machado: sus poemas mejores son aquellos en los que su amor doliente y su soledad sufrida son paseados por su pluma por los senderos melancólicos. Caminos y nostalgia suelen ir de la mano, sea esta de Leonor o de otra abstracción venerada igualmente: 
               
               Yo voy soñando caminos 
               de la tarde. ¡Las colinas
               doradas, los verdes pinos, 
               las polvorientas encinas!... 
               ¿A dónde el camino irá?  (...) 
               En el corazón tenía 
               la espina de una pasión; 
               logré arrancármela un día: 
               ya no siento el corazón.


Unos caminos por los que dialogar consigo mismo para seguir siempre buscando a Dios entre la niebla. Y para recuperar a la amada, pequeña diosa muerta apenas inmersa en la infancia del amor y apenas anudada al corazón del solitario paseante: 
               
               Soñé que tú me llevabas 
               por una blanca vereda, 
               sentí tu mano en la mía, 
               tu mano de compañera, 
              tu voz de niña en mi oído 
              como una campana nueva... 
              ¡Eran tu voz y tu mano, 
              en sueños, tan verdaderas!

 
Caminos que a veces conducen inevitablemente al mismo lugar del que se partió, que es uno mismo, porque nadie puede huir de lo vivido si no es reviviéndolo de nuevo para matarlo con la misma espada con que intentó matarnos: 
 
              Yo contemplo la tarde silenciosa, 
               a solas con mi sombra y con mi pena. (...) 
               Caminos de los campos ...
               
¡Ay, ya no puedo caminar con ella! 

 
Paseos expresados tan limpiamente y con tan claro estilo que parecen no haber sido recreados por el estilista que negocia con su propio espíritu para arrojar los fantasmas en las lindes de las sendas recorridas antes y después del hecho exorcizado: un poema tan frágil y estremecedor, y de tan misteriosa claridad, como el titulado “A José María Palacio” no desdeña la estructura férrea, a pesar de su aparente espontaneidad -la naturaleza espontánea de una obra es el resultado de la eficacia de su naturaleza cultural-, pues está construido sobre un encadenamiento de pregunta-respuesta, precedido del encabezamiento cotidiano de una carta que acaba insertándose a su término y dejando un zarpazo emocional inesperado al hacer la muerte su incursión repentina en el texto y convertir el paseo y la visión del paisaje en imprevista elegía: 
               
                Palacio, buen amigo: 
               ¿Está la primavera 
               vistiendo ya las ramas de los chopos 
               del río y los caminos? En la estepa 
               del alto Duero, Primavera tarda,
               pero ¡es tan bella y dulce cuando llega! (...) 
               Palacio, buen amigo: 
               con los primeros lirios 
               y las primeras rosas de las huertas, 
               en una tarde azul, sube al Espino, 
               al alto espino donde está su tierra.

  
Sendas, senderos, caminos, álamos y cipreses, bagajes en la pupila errante del paisaje interior que rutila en la mente y que se reverbera sobre el horizonte hasta asolar, ascetizar, purificar, desvanecer, mistificar: 

                   Soledad, sequedad.
               Tan pobre me estoy quedando 
               que ya ni siquiera estoy
               conmigo, ni sé si voy 
               conmigo a solas viajando.  

Caminos que se vuelven efluvios manriqueños, arroyos en el tiempo, imágenes que viven por sí mismas, independientes ya de lo que representan. La vida es como un río que atraviesa montañas, valles, años, que hurga entre la materia hasta encontrar su surco; y cuando se devana entre las torrenteras y cae convulsa, acrisolada y terca, se topa con los riscos, aunque al final su cauce se suaviza en la paz: 
 
               Caminante, no hay camino; 
               se hace camino al andar. 

 
Caminos por los que se llega al punto de partida, en donde se divisa lo que en el alma truena desde que la andadura comenzó, porque ninguna naturaleza divina puede sustituir lo que se ha vivido, sentido y aun sufrido con la carne y la sangre de la naturaleza humana: ¿Y vio el rostro de Dios? Vio el de su amada.

             No en vano se canta lo que se pierde. 

Hacia el exilio

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domingo, 27 de julio de 2025

El sueño insatisfecho


El ojo crítico
Munch: El grito

El sueño insatisfecho
                        
Cuánta luz ilumina la conciencia
cuando los paraísos de la infancia
parece que se van a convertir
en realidad: llegar a los lugares
que conformaron la mitología
de nuestra identidad, y recorrerlos
devanando su arcilla, su materia
moldeable por nuestras manos; 
                                                       y,
dejándonos caer sobre sus aguas,
encenagarnos en su charco, hozar
las vísceras del sueño. 
                                         Mas, de súbito,
qué gris melancolía
socava el corazón cuando el ahora
de tierra y carne ni siquiera tiene
la estatura del ansia que anhelamos
en un ayer difuso. 
Así este mapa del edén ansiado
entre los pliegues de una juventud
sumida en el dolor rompe las islas 
del tesoro dulcíneo y deja el sueño
de una dicha innombrable convertida
en naufragio de páramos: y ruina
es todo lo que ayer fue redención. 



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Mandolina

Katchaturiam: Adagio de Spartacus

... Oh, y cuánto se alegró cuando vio llegar a la Mandolina de aterciopelados ojos! 

¿Mandolina? ¿Por qué no? ¡Ella era todos los nombres, todo el horizonte, todos los ensueños!

Y desde que llegaba todo era transparencia, era todo distinto, el mundo se metamorfoseaba en un edén y la felicidad era como un rocío que reía en el día.

Era el amor, acaso, que todo lo transforma, que todo lo apasiona y todo lo diluvia.

Se alargaba la noche, se prolongaba el día, el tiempo era un instante y el corazón la eternidad en la que la existencia transitaba.

¡Mandolina! ¡La Música! ¡El gorjeo del pájaro! ¡Las estrellas! La luna! ... "¡Alcánzame la luna!", chirriaba el corazón constantemente! 

Y así, entre la delicia y el espasmo transcurría el dulzor de la existencia.

Pero un día se fue. Es decir: no llegó; ya no llegó jamás. Todo lo arrasa el tiempo con su furia. 

¡Oh, y cuánto lloró la ausencia de la música feliz con cuerpo de mujer que, entre tantos nombres, llamaba él Mandolina!

sábado, 26 de julio de 2025

Itinerario hernandiano




Itinerario.
Como de una satanísima trinidad, tuvo Miguel Hernández que librarse de tres esclavitudes: la eclesiástica, la política, la literaria. Hasta poco antes de su muerte, Hernández sólo había ambicionado una cosa: salir de su terruño, ser alguien; ser un nuevo rico de la poesía. Para ello posó de genio poético surgido del analfabetismo; piropeó el eclesiastismo; y coqueteó con la política cuando, habiendo huido del mundo catolicista, tropezó con el opuesto, que le abría más amplios horizontes literarios. “Perito en lunas” es la obra de un versificador con atributos poéticos que tiene mucha prisa en que le reconozcan el talento que aún no ha demostrado. “El rayo que no cesa” es el libro de un poeta que ha aprendido de muchos poetas y desemboca su decir en el decir de los mejores. “Viento del pueblo” es la búsqueda del triunfo en otros espacios y multitudes. Los tres libros son coyunturales, aprendizajes, nemotecnias miméticas, caminos, pirotecnias unas veces y fuegos reales otras, aldabonazos en la puerta del triunfo -lo que no impide que sintiera lo que en ellos decía porque escritura y vida nunca van desparejas-. Se amarró a esas estéticas porque eran, con retraso, las que le prometían el aplauso. Igual que escribió “me libré de los templos”…, pudo escribir “me libré” de maestros y consignas. Igual que escribió que se mentía a sí mismo en su etapa eclesiástica, pudo escribir que se mentía en su etapa política. Finalmente debió de asumir a Antonio Machado: “Líbrate mejor del verso / cuando te esclavice”. Me parece innegable que solo fue verdaderamente él cuando -en la cárcel del cuerpo y los barrotes, sitiado por las ausencias, desnudo ante la vida y encarado a la muerte- el hecho de ser hombre se impuso al de poeta, como la sustancia ante la cualidad, y todo lo demás era adventicio. Entonces renegó, voluntaria o inconscientemente, de sus servilismos y sintió y escribió en libertad, guiado por el corazón vital más que por el de la pluma -aunque esta, tantas veces anacrónica, ya era sabia en biendecires-. Llega así al esencialismo universal del “Cancionero” y sus aledaños, que constituyen su verdadero testamento humano y poético. Superó, en fin, el literaturismo: el “Cancionero” es el fruto de una agónica toma de conciencia del hombre sufriente en primera persona que universaliza su dolor hasta la segunda y la tercera: el hombre universal.
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viernes, 25 de julio de 2025

Profecía sin nombre

Beethoven / Liszt / Gould: Sinfonía Pastoral

Profecía sin nombre

Una mujer ha de salvar tu vida
otorgando sentido a tu existencia.
Tal vez llegó a tu lado hace ya tiempo
y no os reconocisteis, pues creías 
que tendría nimbo de diosa, tacto 
de sortilegio. Pero contemplar 
la continua tiniebla ciega para
ver el amanecer, la luz
que nos bautiza como hijos del sol
que iluminan sus sombras. ¿Eres tú
el espejismo de esa realidad
o la realización de su utopía?

jueves, 24 de julio de 2025

Los misterios del cerebro

 


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Querido Equis (El abrazo final)

Querido EQUIS:
Respondo a tu misiva.

Te quiero, pero no te amo. Como tú.  Creo que nunca nos amaremos cumplidamente. Los truchos dirían tal vez que no hemos sabido conjugar el homo - mulier sapiens, semens y ludens.
Somos personas. También hombre y mujer. Nos satisfacemos como personas. Pero no como mujer y hombre. Quizá porque ha desaparecido el apetito carnal en uno de los dos o en ambos -y contra eso poco puede hacerse si es una reacción física natural-. 

Pero también puede deberse a que al menos uno ha elegido huir de la sexualidad, como reacción síquica. Si es así, el otro queda viudo / a, carente de algo esencial para su cuerpo y su mente ... y acaba mirando otro horizonte al perder el objeto de su deseo. Eso es respetable. Pero el hambre no se sacia con más hambre. Y solo queda sobrevivir como personas unidas por la amistad, si ambos pueden reducirse a ser solamente amigos.
    Sin embargo, la naturaleza tiene leyes y reclama su cumplimiento. Entre otras, la imprescindible ternura -lo que sobrevive de la infancia-.
No quiero mentirte. Tampoco puedo prescindir de mi carnalidad -que brota desde la infancia-. Tú no puedes o no quieres darme lo que necesito para completarme. Yo no puedo soportar nuestra doble abstinencia. Tú, como consecuencia, tampoco.
Adiós. O hasta otro día. Ojalá tengamos suerte.

martes, 22 de julio de 2025

Ana Santos lee En Nombre de la luz - La panacea

 

Voz: Ana Santos


La panacea


Por las mañanas siento la tristeza

del mundo. El sol alumbra la ciudad

descubriendo sus tuétanos infestos,

y, si llueve, la lluvia no consigue

arrastrar el cadáver de la noche.

Entonces, para huir de tanta herida,

entro en mi corazón y me pregunto

si mi amada vendrá. Ella pone fin

a mi muerte diaria, pues con ella

vienen la única luz y el agua mansa

que iluminan y limpian la existencia.

Ella trae el amor recién nacido,

como un puro cristal arrebatado

al manantial de cuarzo del origen.

“Hoy nace el mundo”, digo cuando llega.


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La púrpura de la rosa (semejante a un haiku)

Wagner: El corno solitario
Henze: Tristán


Llevan las rosas en su aroma el tuyo,
y sus pétalos son fragmentos dulces
de tu piel cuando te amo.





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Versos jocosos (haikusillo para politiquillos)


Come again

         Estando sobre la cama
                  faziendo sexo de amor,
                    con tanta furia se amaban
                       que la cama se rompió.
                           Ella tenía los gólgotas 
                             de topacio y corindón,
                                y él tanto los mandungaba
                                   que la cama se rompió.
                                      El uno a la otra le entraba 
                                       como buscándole el yo,
                                              y tanto el tú le encontró
                                                que la cama se rompió.
                                               Cuántos quisieran decir,
                                                  tras sus batallas de amor,
                                                     que tan cruento fue el combate
                                                            que la cama se rompió.

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lunes, 21 de julio de 2025

Te querré siempre

 


Te querré siempre  


Si algún día me encuentras en los brazos 
de otra mujer 
no creas que no te amo o que te miento, 
sino que estoy contigo a través de ella,
pues no puedo vivir sin que tu cuerpo,
aunque sea en otra carne, me acompañe. 
Tú no sabes lo que es vivir sin ti.
Eres tú quien despierta 
esta necesidad
de saciarme en tu cuerpo aunque sea en otro cuerpo.
¡Y qué dirías tú si yo pudiese 
vivir sin ti tan solo un día!

Paseando entre libros.



Compré hace años una maravillosa estantería y la abarroté de libros -como las otras, menos maravillosas, con baldas y no estantes-. Trajinaba a su alrededor, hace tres noches. De pronto sentí un estruendo que me pareció el gruñido de un seísmo: pero eran los libros, derramándose como riscos del pasado y la sabiduría; y todo el placer que había obtenido durante mi existencia se me vino encima como una babilonia tratando de vengarse con mi confusión y sueños rotos.
     Era de noche, hace tres noches, como digo, y luché desaforadamente para que los estantes no se resquebrajasen como ya había ocurrido con uno, cuyo centro partido derramó en catarata sin niágara ni monroe sus astillas de cerámica y fierro sobre los otros, alfombrando el suelo y las páginas con añicos y esquirlas. 
     ¡Claro -pensé- tantos cerebros sentidores, pensadores y escritores reunidos equivalen a un universo con más gigas y toneladas que un dinosaurio fósil infinito!
     Recordé los versos cervantinos en "El curioso impertinente" (creo que del cap. XXXIII, 1ª parte de El Quijote) referidos a la mujer, pero que podían ser retrato de aquel instante:
                                      Es de vidrio la mujer
                                      y no se debe probar
                                      si se puede o no quebrar,
                                      porque todo podría ser...

     ¿Había intentado yo que sostuviese el catafalco aquel demasiados mostrencos sapienciales? Llamé y grité en mi auxilio a los garcilasos y cervantes, los borges, dostoiewskis y otros gárgolos y cía; y nada: que me las arreglase, que ellos ya habían agotado sus esfuerzos.
      Así que me sentéme y la miréla -la estantería, digo-, roja como un corazón tibio desangrándose. Y aún sigo contemplándola: igual que si esperase que la sabia catástrofe encuentre un bucle en el tiempo y retroceda hasta recuperar el gran rostro de esfinge que tenía. (Sin embargo y no obstante y por consiguiente no les parece a vuesarcedes que aquel catastrofismo era una semejantización del devenir de la cultura---?.


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sábado, 19 de julio de 2025

Muerte física o síquica

 

¿Implica la muerte física también la muerte síquica? ¿Es el cuerpo el que se agota y es la energía del espíritu la que permanece entrañándose en otros seres, múltiples veces, hasta que perfecciona el ente para cuya configuración surgió en su primera forma, informe desde el primer instante de su eviternidad? 

¿Qué fue de los prehumanos además de ser cáscaras del homo sapiens, si este existió alguna vez? ¿En qué hoy del tiempo existe o existió? ¿En qué hoy del ayer o el mañana? ¿Nos espera, transfigurándose, en algún futuro del pasado? Preguntarse ya es signo de inteligencia, presupone un animal quaerens anterior al homo sapiens,

Solo existimos en el presente instantáneo: que es la eternidad. El ayer y el mañana -el pasado y el futuro- son recuerdos y premoniciones del fracaso de la existencia como temporalidad sin límites. El tiempo es el instante en que decimos hoy. Ese instante es la eternidad.

viernes, 18 de julio de 2025

Antonio Gracia: En nombre de la luz (Luis T. Bonmatí)

EL LIBRO DE TODOS LOS LIBROS

DE ANTONIO GRACIA

Luis T. Bonmatí
Antonio Gracia, En nombre de la luz
Huerga y Fierro Editores, 
Madrid, 2023, 126 pp


No es sorprendente que un conocido y reconocido poeta —autor de diecinueve títulos poéticos, muchos de ellos premiados, además de varios otros de ensayo, y cuya obra se halla recogida en cuatro antologías— acabe de publicar su vigésimo libro de poemas. 


Lo que sí sorprenderá a sus lectores es que este no sea solo un nuevo libro, otro más, de Antonio Gracia, sino que, en él, su autor vuelque la mirada no únicamente y como acostumbraba sobre sí mismo, sino también y a la vez sobre toda su obra anterior, lo cual es tanto como decir que sobre toda su vida, pues la vida y la obra de Antonio Gracia se funden, confunden y recogen en una sola cosa: su poesía.


El resultado es la emocionada exposición de la trayectoria vital de un hombre —o del poeta que es todos los hombres, a los que da voz con su voz— no solo desde su nacimiento hasta su propia madurez, sino desde el origen cósmico del mundo, pasando por el surgimiento de la vida, de la inteligencia, y de las distintas formas de un arte, que expresa y formatea tanto la vida como la conciencia con los dolores, alegrías, encuentros, desencuentros e incertidumbres de alguien que, con todos a los que da voz, corre hacia la muerte.


Los lectores de este libro reconocerán o recordarán o revivirán aquí la primera y larga explosividad rebelde de un hombre enfrentado a una muerte que le resulta inaceptable, lo que lo llevará cerca de la locura y que culminará en el admirable libro que es Los ojos de la metáfora (1987), tan dislocado y enloquecido como pleno de un dominio verbal que, de forma igual de virtuosa pero emocionalmente más refrenada, seguirá manifestándose en los libros siguientes de este poeta.


Tras bastantes años de silencio, del enloquecedor callejón sin salida que fue Los ojos de la metáfora consiguió emerger el poeta con y a partir de su libro Hacia la luz (1998), que inauguró una fértil y ya larga trayectoria que, si no conllevaba una aceptación total de la tragedia en que la muerte convierte a la vida, sí implicaba una cierta luminosidad de la mirada proveniente de los fogonazos que ayudan a vivir: las artes plásticas, la música y la literatura (sobre todo la poesía), pero también la contemplación de un mundo exterior tan terrible a veces como a veces maravilloso, el amor, la solidaridad humana, la historia de la humanidad y una cierta comprensión filosófica que, al ayudar a entender menos mal el mundo, convierte la vida si no en algo estupendo, al menos en algo casi aceptable.


La primera parte de este libro, «En el origen», integrada por dos largos y altos poemas, cada uno de ellos con varias partes, da cuenta objetiva o casi objetiva del desarrollo del mundo y el hombre con una extraordinaria potencia expresiva, fruto tanto de la emoción del poeta como de su dominio del oficio. 


La segunda parte, integrada por 43 poemas de menor extensión, va explayando los varios y distintos fogonazos que iluminan la vida, a la vez que también dispara sobre esta algunas balas de oscuridad.


El libro es rematado por «Tres palimpsestos», que homenajean a tres poetas a la manera del autor de este libro; por el poema «La estrategia del verbo», una poética autodefinitoria del arte de Gracia; y por una especie de epílogo, «La búsqueda de Oniria», en el que Gracia se explica en prosa a sí mismo su trayectoria poética o, lo que es lo mismo, su propia vida.


A quienes, más o menos bien, ya conocen la poesía de Gracia, este libro los ayudará a comprenderla y comprender la vida mucho mejor, además de hacerlos disfrutar con la belleza y la maestría de sus versos. Y quienes aún la desconocen, la encontrarán aquí íntegramente y se encontrarán con un original y extraordinario poeta que ha hecho de la vida, de su vida, poesía; y de la poesía, vida, su vida.

https://www.informacion.es/arte-letras/2023/03/25/libro-libros-antonio-gracia-85180450.html

 

EN NOMBRE DE LA LUZ
GRACIA ANTONIO
Editorial:
EDITORIAL HUERGA Y FIERRO, S.L.
Materia
Poesía
ISBN:
978-84-125165-9-3
Encuadernación:
Rústica
Colección: SIGNOS