XIX.- El buscador
Si volviera a nacer
y tuviese memoria de tus besos,
buscaría en los montes y en los llanos
hasta dar con la estirpe que engendró tu sonrisa
y la tierra que dio la arcilla de tu cuerpo.
Tal vez allí los pájaros
cantan como tus ojos
y las palomas son como tus manos.
Tal vez allí los vientos
suenan como el rumor de tu alegría.
¿De qué estrella caíste o de qué mar remoto
fuiste luz o sirena,
manantial que ya eres donde sacio mi sed?
Dímelo, carne amada,
o seguiré rodando por el mundo
buscándote, perdiéndome
tus besos.
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