XXVIII.- Bajo el buril del beso
Esta tarde llovida y penumbrosa
en la que el viento escribe garabatos
sobre el índigo cielo,
he tatuado en tu boca con la mía,
y en tu torso desnudo,
las palabras te quiero:
como si las robase de aquel árbol
donde las escribimos
o fueses tú ese árbol y yo el hacha
amorosa que lo tallaba.
Tú,
bajo el buril del beso,
sonreías, vibrabas
como yo; y cuando el filo del amor
ha hendido nuestros cuerpos
desenfrenadamente,
con su fiero estallido
hemos sentido
el aullido
del mar.
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