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domingo, 16 de febrero de 2020

Eutanasias


Arvo Part: Canticum


1
Vivir es la conciencia de estar vivo: cuando podemos contrastar los bienes y los males de la existencia, ese país al que llegamos para irnos porque nadie pide llegar y en el que nadie puede quedarse. La vida empieza cuando empieza la conciencia de la mortalidad; cuando el instinto de supervivencia nos hace temer la enfermedad y la muerte.
2
Nadie puede usurpar la voluntad de otro decidiendo por él. Así que los politicastros, los religiosillos y sus adláteres no deberían hablar en nombre del enfermo ni usurpar sus decisiones.
3
El dilema de la eutanasia es el de vivir o no vivir; morir o no morir. Ser desdichado o intentar dejar de serlo, como bien sabía Hamlet. ¿Quién negará que quien se sabe abocado al dolor preferiría no haber nacido o morir lo antes posible? ¿Y quién le negaría ese derecho aduciendo que su deber —por decreto divino— es soportar el dolor de la agonía?
4
Quienes carecen de razones proponen su fanatismo como razón y acuden a la mitología cristiana para imponer sus inquisiciones: el dueño de la vida es Dios y solo él la da y puede quitar. Ese lugar común de la seudoteología se ha enquistado en el subconsciente colectivo y disturbia en exceso todos los intentos de comprender objetivamente el mundo.
5
Sin embargo, Dios no es ya suficiente coartada para la impunidad de quienes dictan sentencias subjetivas. No todos los ciudadanos son creyentes ni Dios es una institución democrática, así que tal institución y sus regidores religioso-políticos se constituyen en la más clara imagen de una dictadura. Es decir: en la representación de la abolición de la libertad individual, la única que existe.
6
Por otra parte, el instinto de supervivencia -el fin de la existencia- es la evitación del sufrimiento y la consecución de la felicidad, que, como ya se sabe desde Epicuro, es «la ausencia de dolor». Por eso el primer deber del Estado de bienestar es eliminar el Estado de malestar.
7
Preguntémosle ahora al enfermo terminal -único jefe de Estado de su intimidad- qué quiere hacer con su vida. 
8
¿Respetaríamos su decisión como se respeta su voto en las urnas? ¿No merece quien desea librarse del dolor y la agonía la solidaridad de la sociedad y el individuo?
9
¿Sí? Entonces… ¿qué cualifica a los mandatarios sociales para desautorizar derechos? Si trasladamos el asunto a otros temas de importancia social no parece, al menos cuando muestran su oratoria públicamente, que nuestros líderes politiqueros luzcan un cociente intelectual embriagador ni una personalidad cautivadora. 
10
Todo el fundamento legislativo de la fe de papas y popes es este, ya aludido: como Dios da la vida, esta es sagrada; y el Estado debe ser el garante de esa vida. Ante tan reverendo silogismo uno se pregunta cómo semejantes efluvios de la inteligencia y la estrategia llegaron a ser quienes parecen ser y a ostentar los cargos por los que tan mileuristamente cobran. La respuesta es esta: fueron elegidos. Lo que lleva a otra pregunta de respuesta más terrible: por qué criterios se rige el ciudadano cuando elige, porque en una democracia el fracaso de los gobernantes es el fracaso de los electores que los votaron, y estos debieran no olvidar que cuando un grupo social consigue democráticamente la mayoría parlamentaria suele olvidar que el ciudadano eligió en las urnas a quienes creía que iban a representarlo y no a quienes iban a utilizar su voto para representarse a sí mismos.

2 comentarios:

  1. Sabes exponer las cosas con lógica limpia y académica. ¿Es cierto, que Dios no tiene presencia en nosotros, o queremos creer que somos individuos, solitarios, solamente sometidos a nuestro libre albedrío? Vamos a ser libres, dejando que el resto de la humanidad sea libre. ¿El pensamiento es libre, aunque sometido a la cultura? ¿Realmente soy yo dueño de mi vida, o mi vida, como el efecto mariposa, condiciona otras vidas? Si lo primero, quien así lo crea, que piense en su capacidad de decidir el final. Si lo segundo, como pensamiento social, donde la libertad individual acaba donde comienza la libertad del "otro", la "Norma" es quien debe decidir los grandes eventos personales. Con Dios o sin Dios, así es lo estructurado por los siglos. Al hablar de eutanasia, comprendamos que es la ortotanasia y la distanasia, y acudamos a la Ética. Por otra parte, lo que en política se llama democracia, nada tiene que ver con el respeto a la voluntad de la mayoría, hasta el punto de que hoy nos seguimos preguntando, ¿qué es democracia? Gracias por tus palabras.

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  2. El creyente siempre tiene un aliado ante cualquier batalla: su dios. Pero la fe no se elige. En cualquier caso, no podemos escondernos detrás de un imponderable metafísico cada vez que no sabemos responder ante nosotros mismos. ¿Quién no querría confiar en un gigante solucionador de sus derrotas? Pero Dios es la respuesta que anula cualquier pregunta: oculta el fracaso de la razón, la consideración de que el hombre -el ser razonador- es un ser limitado.
    Saludos.

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