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jueves, 24 de enero de 2019

Leo en tu cuerpo mi mejor poema.



Has llegado hasta mí y has dicho: Deja
la pluma y ven, escribe en mi cintura
un tatuaje de amor interminable.
Yo he dejado el poema, cuyos versos
no surgían precisos y, rodando,
hemos caído el uno sobre el otro,
convirtiendo los cuerpos en la más 
elocuente palabra: la furiosa
conversación de nuestra carne ha sido
el hermoso poema que buscaba.
Ahora me basta con copiar la luz
y el resplandor de nuestros corazones
para que el verso fluya luminoso.






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