Hay quienes temen amar por miedo a perder a la persona amada o a que esta deje de amarlos. No se dan cuenta de que la ocultación y huida de ese amor es la mayor pérdida que pueden sufrir: ni siquiera lo habrán experimentado ni podrán evocar su hermosa historia: la dicha del afecto, la complacencia erótica...
Quien teme tener miedo y se empeña en evitarlo sin fuerzas está profetizando y anticipando el cumplimiento de su temor: siempre estará retándose y sucumbiendo ante su reto.
Así que hay que vivir previniendo, no premeditando. Hay que lanzarse a la vida sabiendo que esta es como una dulce y tibia amante que puede abandonarnos inesperadamente: pero que nos deja la huella de su amor.
Quien teme tener miedo y se empeña en evitarlo sin fuerzas está profetizando y anticipando el cumplimiento de su temor: siempre estará retándose y sucumbiendo ante su reto.
Así que hay que vivir previniendo, no premeditando. Hay que lanzarse a la vida sabiendo que esta es como una dulce y tibia amante que puede abandonarnos inesperadamente: pero que nos deja la huella de su amor.