Para leer sobre Teluria pulsar:
El libro de Teluria (I)
El Libro de Teluria (II)
El Libro de Teluria (III)
Purcell: Lamento de Dido
11
Nos dimos todo cuanto pueden darse
quienes quieren ser dioses para el otro,
y construimos tantos paraísos
que se transfiguraron nuestros cuerpos
en materia inmortal.
“Soy un fragmento
del cosmos, y jamás podré morir
porque la muerte es otro nacimiento;
pronto seré una estrella”.
Como ofrendas del alma, nos decíamos
en mitad del amor susurros, sueños.
Y miro el alto cielo cada noche,
ahora, con los ojos enredados
entre los astros por si reconozco
tu mirada diciendo que me esperas.
12
Ruinas son las que fueron monumento
de la memoria alzada a la belleza,
tumba y ceniza el fuego y la oquedad
que aquella tarde nos brindó la lluvia.
La piedra rota y la marchita hoguera
no recuerdan la historia de una noche
en la que se encendieron nuestros cuerpos
bajo el agua celeste que inflamaba
el furor del abrazo.
Miro ahora
la tierra gris, las hojas calcinadas,
y sé que ahí yacen nuestros sueños rotos,
en la silueta que grabó el amor
como un bajorrelieve sobre el tiempo.
No escucho las palabras susurradas
ni brilla aquel fulgor.
Pero quisiera
desesperadamente haber sabido
que la felicidad consiste sólo
en vivir cada instante como si fuera el último.